No culpes a la playa...
De Jorge Benito
Día 1
Recién llegamos y esto es el paraíso.
Realmente no se puede creer lo que son estas playas...
He resuelto llevar un diario, de estas vacaciones, con Karina, las primeras. Unas vacaciones de sol, arena y amor...
Pero el viaje fue muy largo, estoy muy cansado y desde mañana, prometo, que escribiré todo lo que pase.
Día 2
Hoy, con mas tiempo, nos alejamos de las playas del centro y encontramos lo que será nuestra playa. así lo decidimos los dos.
Las arenas doradas, finísimas, bajan en un pequeño desnivel hacia el mar, verde de tan azul...
Algunas palmeras dan un poco de sombra y la ilusión de una brisa.
Es mi primera visita al caribe y me sorprende lo calmo que es el mar, lo cálido...
Ella me llama, desde el agua, luego sigo escribiendo...
Su voz, sigo enamorado de su voz. Parece una cantante de tango.
así nos conocimos, soy telemarketer y la llamé, de casualidad la primera vez. Luego otra, y otra... varias veces. Hasta que accedió a conocernos.
Y nos enamoramos...Me enamoré de esos ojos marrones y su pelo rubio, de sus manos pequeñas y sus rodillas torcidas. Estaba tan hermosa ese día, una chaqueta con piel en la solapa, pantalones rojo oscuro y un pañuelo brillante al cuello, mezcla de verde y rojo que combinaba con el color de sus labios...
Tanto me enamoré, que siendo ella profesora de historia del secundario y teniendo vacaciones de invierno, yo renuncié a mi trabajo para poder pasar estas vacaciones en el caribe los dos juntos.
Y a tomar sol...
Día 3
Llueve.
No salimos de la habitación
¿Dije que me había enamorado de su cuerpo, de su piel, de... Me parece que no le voy a poder mostrar este diario a nuestros hijos...
Día 4
Día de playa, pero luego volvió a llover.
Fue curioso como veíamos llegar las nubes a la playa, desde el mar, iban oscureciendo las olas, hasta llegar a la playa.
Corrimos, riéndonos como chiquillos.
Tomando el agua de lluvia con la boca abierta...
Por suerte, allí cerca, había una cueva en las rocas y nos pudimos refugiar.
Por mala suerte, el suelo también era de roca... y duro...
Cuando paró la lluvia, salimos.
Sorprendidos, vimos como la playa estaba llena de caracoles. Eran de todos los tamaños...
Había unos anaranjados que eran hermosos.
Pero nos daban un poco de impresión, así que nos volvimos pronto al hotel.
A “descansar”.
Día 5
Mas playa.
Hoy brillaba el sol, pero la playa estaba llena de la baba de los caracoles ( si están buena como dicen para la piel, vamos a parecer alumnos de la primaria, con tanta baba).
Hoy estaba todo muy solitario, así que Karina, que es medio pudorosa, se animó a tomar sol en topless.
Me causó gracia como la arena se le pegoteaba en los pezones, tan rosados...
Hoy el calor aprieta, no sopla la brisa habitual.
Las gotas de mi sudor, caen, pesadas, en la arena, parece que rebotaran y se evaporaran en el aire.
En cambio, las de ella, son como atrapadas, ávidamente, por la arena. Si hasta parece que se las ve hundirse...
Esa noche dormimos mal, mucho calor. Y sobretodo ella tiene mil pesadillas, sobre que estaba tomando sol en topless y la arena le iba subiendo por los costados hasta formar unas manos que apretaban sus pechos y luego en un torbellino un hombre encima de ella, que le pesa, y al que no le ve la cara porque tiene el sol detrás y la deslumbra...
A la mañana siguiente, la cama esta llena de arena.
Día 6
Me le quejo al gerente, por la cama llena de arena.
Se deshace en disculpas y como yo le había dicho que nos íbamos a una playa alejada, se ofreció a llevarnos hasta allá como compensación.
En el viaje nos cuenta que esta playa era la favorita de Aleister Crowley, el mago y ocultista ingles, allá por los principios del siglo XX. El llegó aquí, muy deprimido, por culpa de un desengaño amoroso. Las malas lenguas dicen que pronunciaba extraños hechizos, en esta playa junto al mar. Y que hacía fantasmales sacrificios a entidades marinas. Todo esto le brindó a la playa una mala fama que perdura y que la hace por demás solitaria...
A nosotros no nos importaba, no “creíamos”.
La playa era hermosa y nosotros preferíamos la soledad.
Pero hoy no era nuestro día. A media tarde, Karina descubrió a un tipo medio escondido entre las palmeras.
Parecía un vagabundo o algo asé, lleno de arena, tal vez desnudo, mirándola demasiado atentamente.
Me le fui al humo, pero se perdió entre las palmeras.
Solo vi un montón de arena donde había estado...
Otra vez arena...
Al llegar al hotel, le cuento, medio asustado, todo al gerente y le pregunto que tipo de hechizo puede haber dejado Crowley en la playa.
Me entrega una serie de libros, algunos de este ocultista ingles “El libro de las mentiras”, “el libro de la Ley” y otros mas generales, el Necronomicón, el Vermis Misterii, la Biblia negra del Faar, etc...
Me quedé toda la noche leyendo...
El mundo que pintaba era espeluznante.
Los poderes que decía tener este tipo, no se podían creer...
Los libros hablaban de un ángel, Aiwass, mensajero de Har Par Khered, o el dios egipcio Horus, que le habría permitido a Aleister Crowley conjurar a los viejos dioses del mar, agobiado por el abandono de su amada. Con sus hechizos había conseguido que la arena, aglutinada por la baba de los caracoles, tomara forma humana y se enamorara de él.
El libro hacía hincapié, en que Aleister era un obseso sexual y una persona malvada y sádica, váyase a saber que iniquidades le habría hecho hacer a ese ser sobrenatural.
No podía ser cierto, no lo creía, el grabado que tenía esa página del libro era igual al ser que había visto en la playa. Aunque aquella era mujer y este era un hombre.
Recordé la forma en que la arena absorbía el sudor de Karina.
¡Cómo lo sorbía amorosamente!!!!!
No podía creerlo, no podía ser verdad.
Estaba de vacaciones, esto era el paraíso...
No lo creería jamás...
Pero esa mañana me levante temprano, sin dormir apenas, con un plan...
Día 7
Volví a buscar a Karina para ir a la playa, como todos los días, como si no pasara nada.
Sólo le hable del sol, del amor que sentía por ella, que era la primera vez que sentía esto por alguien y que aspiraba a que fuera para siempre...
Y en ese momento.
Una sombra...
La arena había surgido a mis espaldas.
Celosa...
Enamorada, también, de Karina, pero enferma.
Me golpea.
Karina grita
La tomo de la mano y huimos hacia la cueva.
Pero el ser me corta el camino.
Le doy un beso a Karina y la mando a la cueva, andá al fondo le digo.
Lo enfrento, es mas alto de lo que creí ver el otro día, la arena se desprende de su cuerpo, es una caricatura de un hombre hecha en arena , se mueve muy rápido desplazándose mas que caminando. Así y todo me le animo y lo golpeo pero sólo golpeo arena, que se desmigaja. En cambio sus golpes son muy duros y la arena destroza mi piel.
Mi sangre aglutina mas la arena, sus golpes son como piedras.
Sangro por todos lados.
En ese momento, Karina lo llama desde la cueva.
Es impresionante como una cabeza sin rostro, puede sonreír.
Corre hacia ella
Hacia la cueva...
corre hacia la trampa que le tendí esa madrugada.
Hacia el pozo, lleno de cemento y agua que se mezcla con su arena cuando cae en él.
Y se endurece, a pesar de sus movimientos frenéticos...
Habrá, tal vez, una pareja de enamorados que entre en la cueva para refugiarse de la lluvia y vea una estatua sin rostro pero con los brazos alzados, como pidiendo amor...
Querido diario esta noche, por fin, haremos el amor sin arena en la cama.