Buenas!!!! Estoy trabajando en un relato sobre uno de mis personajes pulp y quería ir colgando lo que tengo. Mi personaje como dice el título se llama Khun, el que dormía y se explica enseguida. TEMATICA: Fantasía-Planeta y selva.
Dice la leyenda que quinientos años después del Cataclismo, ocurrió algo increíble. La bestia que vigilaba el sueño de Khun, el que dormía, finalmente pereció. Y mientras sus ojos se cerraban, los del guerrero se abrían.
Un escalofrío recorrió su cuerpo cuando la brisa helada se deslizó sigilosa como un fantasma sobre él. Poco a poco su cuerpo tomaba conciencia de lo que ocurría a su alrededor y comprendió que estaba vivo. Un cosquilleo rondaba por sus muslos, allí donde los finos cables habían mandado durante siglos corrientes de electricidad para evitar la atrofia muscular. Sus ojos, con lentitud, percibieron el entorno que había sido su morada durante el largo sueño. Un enorme rectángulo de paredes metálicas, cientos de huevos de cristal suspendidos en las paredes, almacenando cuerpos olvidados por la vida. Todo era oscuridad, tanto en el exterior como en el interior de su mente. Confuso recordaba los últimos momentos de su vida previa, cuando fue colocado en la cámara. No sabía porque, solo sabía que así había salvado su vida, pero algo había salido mal. Se lo decían la infinidad de muertos que lo observaban desde las sombras con sus rostros congelados en el vacío de la no existencia.
Levantó la cubierta de cristal que lo había mantenido seguro durante tanto tiempo y se incorporó con dificultad. Los cables que lo rodeaban se desprendieron con suavidad sin que hiciera nada. Desde lo alto de la estancia, subiendo las grandes escaleras que atravesaban aquella morgue de vivos, se levantaba una enorme figura. Hacía ella dirigió sus pasos todavía confundido. Rostros fríos lo observaban a través de los cristales. La mayoría en un avanzado estado de descomposición, alargada antinaturalmente por las condiciones de los huevos de cristal.
A medida que subía las escaleras podía notar que varios cristales habían sido reventados con violencia. Entre los restos se veían rastros de sangre seca que como él ascendía por las largas escaleras. Gritos perdidos en el tiempo estallaron en sus oídos, los fantasmas que recorrían la estancia. El miedo moraba ahora en sus ojos dándole a todo una proporción más tétrica y sobrenatural. Dentro de las capsulas superiores yacían esqueletos humanos destrozados de manera salvaje. Un ratón pasó corriendo frente a él lanzando un agudo chillido que se perdió en un rincón.
El último escalón lo dejó cara a cara con la gran figura que había presenciado en su despertar. Una mujer de hierro que vigilara en otras épocas a los durmientes, se mantenía de pie, espesas enredaderas negras cubrían su cuerpo y marcas de oxido reemplazaban su antiguo brillo. Grandes alas de hierro salían de todo su cuerpo extendiéndose en espirales a su alrededor. Pasó la mano sobre la fría superficie descubriendo un espejo ovalado sobre los muslos de la mujer. Contempló su alargado rostro, el cabello negro brea derramado sobre sus hombros y su cuerpo desnudo cubierto por numerosas cicatrices. Lo único que llevaba encima era una chapa de identificación con la inscripción KH1.
—Kh…unnn…
Un estruendo metálico llegó desde el pasillo cercano, similar a una mesa derribándose. Algo instintivo se activó en su consciencia, como si los sonidos percibidos durante el sueño regresaran de forma más vivida. El rechinar de garras contra el suelo de metal y gorgoteos furiosos.
Junto a la puerta que conectaba con el pasillo había un pequeño escritorio. Se escondió bajo él esperando para descubrir el origen del alboroto. En su mente resonaban recuerdos previos, explosiones y disparos, gente que corría desesperada por una ciudad sumida en las tinieblas. Un malestar se arremolinó en su estómago y debió luchar para contener aquello que deseaba escapar. Vio a su lado, yaciendo en el piso, una pequeña arma de contornos ovalados aguardaban silenciosas. Sentir el mango entre sus dedos agitó todo un cúmulo de experiencias pasadas, veía a varios soldados a bordo de un helicóptero gritando algo, desde las ventanas. Una enorme ola de fuego estalló en el horizonte.
Varias figuras encorvadas cruzaron el umbral dando grandes brincos y cayeron al filo de las escaleras. De espaldas a él, observaban la sala extendiéndose con sus incontables huevos de cristal. Parecían comunicarse a base de rugidos y gorgoteos. Descendieron con algo de torpeza las escaleras para desaparecer en las sombras. A los pocos segundos se escuchó el estallido de un cristal y luego un sonido que en la mente del hombre se asoció al que hacían al comer bestias rosadas y rollizas con colas retorcidas cuyos nombres no recordaba.
En silencio rodeó el escritorio y en un arrebató de valor abandonó su improvisado escondite aventurándose al pasillo. A medida que dejaba atrás el cuarto de los dormidos sus recuerdos pasaban con mayor velocidad, pero nada era lo suficientemente concreto como para unir las imágenes dispersas. Frente a él, un cono de luz atravesaba el pasillo, una brisa cálida llegaba desde la abertura junto con una infinidad de olores.
El metal había sido destrozado de manera violenta y a través de él podía verse un espectáculo único. Esperaba encontrar ruinas humeantes y cielos grises, pero frente a él se extendía un paraje de verdes pastos de unos cien metros de alto. El cielo era un celeste pastel con nubes de algodón que lo recorrían con tranquilidad. Los cantos de aves e insectos llegaban de todas partes. Pero no podía quedarse a pensar en eso, los rugidos de los seres que habían invadido la cámara estallaron desde ambos extremos del corredor.
Saltó y rodó por una colina levantando una nube de tierra. Se incorporó tembloroso con un brazo herido, algo de sangre manaba de él, pero no sentía dolor. Miró la abertura en el corredor de metal, rodeado por gruesas enredaderas, antes de internarse en la selva de pasto.