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Dan Aragonz wrote: AQUÍ ESTA MI HISTORIA.
SE TITULA: YIAMAGOD
Todo en la colonia espacial de Marte estaba tranquilo hasta que el profesor Roy Walsh, que trabajaba en un experimento en los laboratorios de robótica avanzada, fue interrumpido por Sam García, uno de sus alumnos más destacados.
Sam, que se presentó sudoroso y con el rostro pálido, le informó que acababa de aterrizar en el hangar principal una nave de grandes dimensiones. Walsh, sin esperar por un informe detallado de la situación, corrió hacia la pista de aterrizaje. Nada más llegar se encontró con la compuerta de la nave abierta y en su interior, el equipo táctico militar de la colonia a las órdenes del Sargento Koiman.
— ¿Por qué los radares no han funcionado Sam?— dijo Walsh apresurándose a inspeccionar la aeronave varada en medio de la pista.
— Doctor, tiene código de vuelo diplomático. No necesita permiso especial para aterrizar en esta colonia. Se trata de la Namicot 001 proveniente del planeta Tierra. — respondió Sam, que lo seguía muy de cerca.
— ¿Cuál es la situación Koiman? — preguntó Walsh, mientras se acercaba al sargento que salió de la nave en su búsqueda.
—Doctor, lo que tenemos ahí dentro es algo macabro. Nunca había visto nada parecido en todos mis años de servicio. — Koiman avanzó despacio sobre la compuerta esperando que lo siguieran dentro de la Namicot.
A medida que avanzaban en medio de la oscuridad, está se volvía abundante al ir internándose cada vez más, en los largos y fríos pasadizos de la máquina.
— ¿Qué es ese horrible hedor?— preguntó Walsh, que se detuvo frente al ascensor que conectaba ambas partes de la nave.
—Doctor, lo que hay allá arriba no debe sorprenderlo. Eso sí, quiero que le quede claro, que tenemos órdenes estrictas del Planeta Tierra de no mover nada fuera de su lugar. Autoridades espaciales competentes vienen en camino. —Sin emitir una palabra, abordaron el elevador.
Koiman que llevaba su traje de combate, encendió un potente foco que portaba sobre su hombro. Walsh y Sam que se miraban las caras, guardaron silencio hasta que llegaron a la última planta.
—Hemos llegado a la fiesta. —dijo el sargento que salió a la cabeza cuando la compuerta se abrió.
Apenas el doctor salió del ascensor se llevó las manos a la boca. No se pudo mantener respirando de forma normal. La mezcla de olores dentro aquella enorme sala era lo más desagradable que había sentido en su vida.
A su alrededor, un montón de cuerpos ensangrentados esparcidos por todo el suelo. Todos parecían llevar varias horas sin vida. La sangre de sus múltiples tipos de heridas estaba reseca.
— ¿Se encuentra bien Doctor? — preguntó el sargento, que le pasó su gorra por si las arcadas persistían, pero el doctor no la aceptó.
—Tranquilo, estoy bien. —dijo Walsh, quien se compuso de inmediato.
Sam, que se quedó paralizado sin reaccionar durante unos segundos, observaba en silencio los cuerpos que tenía en frente él.
Walsh que logró mantenerse controlado, se acercó a un sujeto tirado en el piso a escasos metros, que parecía haberse volado los sesos con un arma que aún empuñaba. El sargento que se encontraba cerca, revisaba sin problema lo que se le cruzaba en el camino. Tras 40 años de servicio, parecía no sentirse incómodo entre tanta sangre.
—No puedo imaginar que pasó aquí, doctor— dijo Koiman, que con su rifle levantaba la cabeza de una víctima tirada en el piso que tenía el cuello rebanado por un cuchillo.
La señal de la tele radio que llevaba el sargento en la muñeca se activó.
— ¡Sargento! Estamos en la cabina de vuelo. Hemos encontrado algo en los paneles de control. — ambos soldados atónitos miraban lo que parecían restos de piel artificial y pedazos de metal fundido en el piso.
El doctor trató de disimular su repentina preocupación y acercó a la radio del sargento.
—Soldado, estás parado sobre el capitán de la nave. — Walsh, sabía que de alguna forma, él estaba relacionado con aquella enorme maquina varada en la colonia.
El desastre que tenía delante de sus ojos pudo haber sido culpa del capitán de la nave. Un modelo de androide que había construido en el pasado para los viajes entre planetas. Era probable que alguien lo saboteara y este, haya perdido el control. Era la única teoría posible que se le vino a la cabeza en ese momento. Pero eso no era lo peor. Cuando el presidente de la comisión de vuelos se enterara de lo ocurrido, tendrían que dar una muy buena explicación a las autoridades que iban en camino. Además, tendrían que indemnizar a todas las familias de los afectados con millonarias sumas de dinero en materia de seguros de vida. El código diplomático de la nave espacial Namicot traía consigo a decenas de magnates de todas partes del planeta tierra, quienes viajaban rumbo a la Luna de Fobos para ser criogenizados.
— ¿Han encontrado un D10? — dijo Sam, que puso atención a los gestos nerviosos reflejados en el rostro del doctor. Sabía que él había construido esos prototipos de androides, encargados de los vuelos espaciales de negocios.
—Sargento, ordene a sus soldados que saquen los restos del capitán y que cuando desciendan de la nave, acompañen al doctor García.
—A su orden, Doctor. —dijo Koiman, que ordenó de inmediato por radio a sus soldados, sacar el cuerpo del androide lo más rápido posible.
Sam fingió tomarse la noticia con calma y se acercó a recibir instrucciones precisas sobre lo que tenía que hacer. Era un honor para él que el profesor le delegara semejante responsabilidad.
—Sam, regresa por dónde llegamos y llévate al capitán a la cámara de fundición. Quiero que te deshagas de esa cosa. — Sam asintió con la cabeza y corrió de inmediato hasta el ascensor por el cual habían llegado a la cúpula.
Los D10 poseían sensores de imagen, sonido y análisis químico. Todo cubierto por una delgada capa de piel artificial, que imitaba con lujo y detalle los rasgos más comunes de un rostro humano. Era lo más parecido a un hombre que se había construido hasta esa fecha. Incluso más fiel en apariencia humana a los modelos del 2045.
Koiman que seguía inspeccionando la zona, le lanzó al doctor una linterna ensangrentada que encontró tirada en el piso. Walsh logró hacerla funcionar a pesar de tener las baterías gastadas. Ambos no abandonaban las posibilidades de poder encontrar algún sobreviviente. Walsh por suerte, encontró el sistema de energía auxiliar que aún parecía poseer algo de potencia. Cuando logró activarlo, pudo encender algunas de las luces que le ayudaron a encontrar a Koiman que se había alejado varios metros en la oscuridad. El sargento minuciosamente registraba los bolsillos de uno de los cadáveres.
Se encontró junto a una mesa que parecía ser de apuestas por las fichas esparcidas en el piso, con otro muerto, que no presentaba rastros de sangre. Eso ya era algo extraño, para el rojo vivo con que se teñía la nave. Al parecer, había muerto de asfixia por una bolsa plástica que todavía mantenía adherida a su rostro.
Koiman dejó caer la bolsa que le había sacado al muerto, cuando su radió comunicador volvió a sonar.
En el otro costado de la Namicot, Sam ya se encontraba fuera de la nave. Detrás de él, los soldados que cargaban los restos del D10 aparecieron. Con un par de señas, les indicó a ambos s que lo siguieran. Lo único que parecía no estar destruido por completo, era una zona específica de la cabeza del androide.
— ¡Sargento! ¡Sargento! ¡Cambio!— uno de los soldados que se encontraba en la parte inferior de la nave trataba de comunicarse con Koiman.
— ¿Qué sucede soldado? —El sargento buscó la ubicación exacta de su hombre.
— ¡Sargento! Algo que no figura en la base de datos de la tripulación, anda corriendo por los conductos de aire. Estoy en lo que parece ser las cloacas de la nave —su cámara infrarroja mostró que algo se detuvo frente a él y respiraba en el pasillo en medio de la oscuridad.
—Koiman, que nadie dispare. Sea lo que sea, lo necesito con vida. —dijo Walsh, que pensó que sin los registros de vuelo del androide y un polizón abordo, sus problemas estaban resueltos.
—Está muy oscuro aquí abajo, sargento. Esa cosa acaba de correr a uno de los conductos de aire. — el soldado empuñando su arma se acercó despacio. Se dio cuenta que la criatura estaba inmóvil detrás de unos contenedores.
— ¿Cuál es su teoría, Sargento? — Walsh se cruzó de brazos esperando una respuesta.
Koiman que contemplaba el rostro de un sujeto que se había sacado los ojos, respondió dubitativo.
—Usted es el jefe aquí, señor. Usted tiene la última palabra— el sargento sabía que algo extraño había sucedido a bordo de esa nave.
El soldado volvió a comunicarse por la radio con noticias de esa cosa que deambulaba por las cloacas.
—Sargento, ha vuelto a correr en otra dirección por los conductos. — el soldado se apresuró a seguirlo para no perderle el rastro.
— ¿Qué le diremos a la comisión inter espacial cuando lleguen a la colonia? —dijo el sargento esperando una respuesta.
— ¡Lo tengo acorralado, señor! ¡Lo tengo!— interrumpió el soldado por el radio, que le pegó un fuerte culatazo con su rifle láser al fugitivo, dejándolo inmóvil en el piso. Su cámara de video mostró lo que había capturado.
—No disparen. Repito, no disparen. — Dijo Walsh que le había arrancado de las manos el radio a Koiman.
—No va a creer esto Sargento. Es un hombre, sargento. Como todos nosotros, y está bañado en sangre. Tiene el cuerpo completamente empapado de sangre. — el sargento sintió algo extraño que le recorrió el cuerpo cuando escuchó las palabras del soldado.
—Bueno Koiman. Por fin hemos encontrado a un culpable. — El sargento guardó silencio.
—Ordénele a sus hombres que no hablen con él, hasta que yo me presente para interrogarlo. — Walsh se mostró un poco nervioso. No entendía por qué ese sujeto a bordo, no figuraba en la base de datos planetaria procedente de la Tierra.
—Sáquenlo de inmediato de la nave. — gritó el sargento por el radio.
El soldado escuchó atento las órdenes de su superior y se echó al sujeto calvo al hombro. Salió de entre los oscuros corredores tan rápido como pudo, mientras su compañero iluminaba su camino con un foco. Ambos encontraron la salida de los conductos en pocos minutos.
—Necesito que se encargue de ese asunto, Sargento—Koiman cortó la comunicación de su auricular y avanzó por los pasillos de la nave en busca de sus hombres.
Walsh que en pocos minutos consiguió salir sin problema de la nave. Se dirigió de inmediato a la cámara de fundición en busca de Sam.
— ¿Dónde está el D10?—gritó Walsh, Cuando llegó a la sala de los calderos.
— Por suerte, tenemos esta preciosura que usted construyó, profesor. — el androide era reconstruido sobre una plataforma por una impresora molecular.
— ¡Te dije que te deshicieras de él!— Sam se acercó a mirar la pantalla de operaciones. Faltaban solo algunos segundos para que el proceso de reconstrucción finalizara.
—Profesor, si me permite terminar el proceso podremos tener un informe detallado de lo ocurrido en la nave. Sabremos por qué estuvo perdida durante veinte horas. — Sam entusiasmado, soltó una sonrisa.
— ¡Desconecta esa cosa de inmediato, es una orden! — gritó Walsh, que vio como el androide comenzaba a funcionar doblando su cuerpo hacia adelante sobre la plataforma donde era restaurado.
Walsh desactivó la impresora láser de golpe, dejando al androide inmóvil.
— ¿Se siente culpable por el naufragio de la nave? —dijo Sam mientras revisaba los bolsillos de su chaqueta.
— ¡Sal de aquí de inmediato! ¡Tenemos en enfermería al demente que asesinó a todos los tripulantes de la nave!— Sam guardó silencio y salió zumbando de la sala.
Corrió en dirección a la sala de tratamiento médico. Sin que nadie se diera cuenta había conseguido extraer de forma intacta la memoria positrónica del D10. Aquella pequeña pieza era lo único que tenía como prueba para esclarecer lo que realmente sucedió a bordo de la Namicot. Avanzó por los luminosos pasillos hasta la enfermería. Cuando por fin entró a la sala, se encontró al sujeto del que hablaba Walsh.
Estaba amarrado de pies a cabeza sobre una camilla. A su lado el sargento le hacia la guardia, vigilaba atento que el prisionero no se fuera a escapar.
— ¿Qué diablos sucedió allá arriba Sargento?—dijo Sam, dándole una mirada desconfiada.
—Este sujeto asesinó a todos los tripulantes de la Namicot, incluso a sus compañeros. Lo encontramos abajo en las cloacas de la nave. Tiene que ser alguna especie de sicario contratado por algún otro magnate de la tierra que no fue invitado a la fiesta. —dijo el sargento soltando una carcajada para calmar el rostro de enfado de Sam.
— ¿Está seguro de esa información sargento? ¿Posee alguna especie de identificación este sujeto? — dijo Sam, que cerró la puerta de la sala y se acercó a la camilla.
— No, pero mis hombres encontraron sus huellas en las capsulas de sueño donde venia dormido. Venían escondidas en los ductos de aire de la nave. Todos los que viajaban como él, están muertos. Se encargó de desconectar todas las cámaras. Dejó a todos sus compañeros que se murieran ahogados, sin oxígeno. — El Sargento observó que respondía Sam.
— ¿Y por qué diablos haría semejante aberración? —preguntó Sam, mientras observaba un montón de tranquilizantes que había sobre una mesa junto a la camilla.
—No lo sé, señor García. Se despertó a mitad de viaje por alguna razón y simplemente desconectó a todos los demás. Luego subió hasta la cúpula y se encargó del resto. — El sargento le dio la espalda a Sam.
— ¿Me estás diciendo que un solo sujeto asesinó a una veintena de hombres, él solo? — Sam se abalanzó sobre el sargento que había empuñado una jeringa que había sobre la mesa.
— ¿Qué haces Koiman? — Sam logró arrebatarle de un manotazo la dosis de veneno que el sargento quería inyectarle al prisionero.
—Señor, este tipo no merece vivir. Es solo un pobre diablo que iba a ser vendido en la luna de Marte, como esclavo. — El sargento se acomodó la gorra mientras observó asustado que el prisionero comenzó a mover los labios.
— ¿Qué es lo que trata de decir, Sargento? — Sam comenzó a arrancarle a tirones la correa que tenía en la boca.
El sujeto trataba de pronunciar algo.
—Yiaaaa. Aaaaaamagod. — El sujeto trató de hilar una frase, pero el sargento lo neutralizó con un fuerte golpe que lo dejó inconsciente.
—No escuches a este lunático. Solo finge demencia para librarse de su culpa. — Al sargento sin explicación comenzó a temblar.
— ¿Qué es lo que trata de ocultar sargento? —Sam trató de reanimar con bofetadas al prisionero, pero este no respondía.
—Sargento regrese aquí. Es una orden. — Koiman salió corriendo de la sala.
El doctor entró a la enfermería.
— Despiértalo, necesito interrogarlo. Quiero saber porqué asesino a sus compañeros — Walsh apartó con su brazo a Sam y este se alejó de la camilla.
— Koiman casi lo mata sin razón y luego se dio a la fuga. — dijo Sam, que se acercó a los fármacos que estaban sobre la mesa.
—Puedes marcharte Sam, no te preocupes. Tenemos todo bajo control. Los restos del androide ya fueron fundidos. No hay nada más que hacer. Este sujeto después de confesar será ejecutado y podremos continuar con nuestras investigaciones sin problema. — Sam salió muy rápido de la sala en silencio sin prestar atención a las últimas frases del doctor.
Caminó por los pasillos de la estación sintiendo algo que no lo dejaba tranquilo. Algo le decía que el profesor ocultaba algo extraño.
Por los altos parlantes de la estación espacial de la colonia, se escuchaba de forma muy clara, la voz del doctor Walsh que informaba la situación de la nave visitante, a los colonos de la estación.
—A todo el personal, se le ordena volver a sus actividades. Hemos resuelto las causas de la inesperada visita de la Namicot 001 proveniente del planeta tierra.— En todos los monitores de la estación espacial aparecía la fotografía del sujeto calvo encontrado.
Sam sin que nadie lo viera, se subió raudo a uno de los ascensores y bajó a los laboratorios de robótica avanzada. Se encargó de sacar a todo el personal que había presente en las salas cuando llegó. Apenas se dio cuenta que todos habían salido se dedicó a revisar la memoria positrónica del androide en una pantalla de escaneo de datos.
Walsh que seguía de pie junto a la camilla, se encargó de llenar una jeringa con una alta dosis de adrenalina. El prisionero que seguía dormido reaccionó de inmediato una vez que el doctor le inyectó el químico. El sujeto comenzó a gritar como un loco.
— ¡Traté de impedirlo, pero no pude! ¡Juro que trate! — Walsh comenzó a darle bofetadas para que dejara de gritar y se calmara.
— ¿Qué trataste de impedir? ¿Qué demonios sucedió a bordo de esa nave ?— el sujeto se soltó por completo con una fuerza sobrehumana de la camilla y lanzó al doctor lejos contra un muro.
— Esa enorme cosa que apareció en el espacio atrajo a la nave. No había forma alguna de escapar de ella. Apareció en medio de la nada y los controles de mando de la nave no respondían— El sujeto comenzó a golpear su cabeza contra el muro de la sala.
—Deja deja de hacer eso. Es una orden del jefe de la estación. —Walsh se puso nervioso al ver el torrente de sangre que salía de la cabeza del sujeto que no paraba de darse golpes.
—Todos son culpables. Todos creen saber donde se va después de la muerte, pero no es así. Todos hablaban de que no había nada más allá, pero se equivocaron. Apareció frente a nuestra nave. Yiamagod se cruzó en nuestro camino— Un soldado entró a la sala repentinamente.
—Doctor, tengo dos noticias para usted. Una es que ha llegado la comisión inter estelar. Lo esperan en el aula magna de la colonia. La otra es que cuando nos encargamos del androide, este no poseía su memoria positrónica. Alguien se la llevó.—El soldado después de terminar el mensaje, se dio media vuelta para retirarse.
—Encárgate de ese lunático. Que no que se siga haciendo daño. Vuelvo enseguida — Walsh salió de la enfermería corriendo a los laboratorios subterráneos.
Corrió por los pasillos de la estación hasta el elevador. Cuando por fin llegó a la sala donde se encontraba Sam, se dio cuenta por el rostro del joven, que algo había descubierto.
Estaba sentado frente al enorme escáner, que él mismo había construido.
— ¿Has logrado conseguir algo? — preguntó Walsh, mostrando confianza a su ayudante para que colaborara con él.
—Esa cosa, doctor. Esa cosa se apoderó de los pasajeros de la nave— Sam comenzó a temblar.
Walsh se acercó por su espalda y se asustó mucho, cuando vio que las muñecas del joven temblaban sin control.
— ¿Qué diablos te ocurre Sam?— el muchacho se levantó como pudo de la silla. Apenas podía hilar las palabras que salían de su boca.
—Existe un lugar que yo creía eran solo eran mitos cósmicos. Todos llegaremos a ese horrible sitio en algún momento, doctor. Lo que atrajo la nave, hizo que todos suicidaran. —Sam que seguía de espaldas al profesor, se giró.
— ¿Te has vuelto loco tú también?— el doctor retrocedió algunos pasos de distancia.
Sam que sostenía un bisturí en su mano, se rebanó la yugular sin dudar. Walsh se abalanzó sobre el muchacho para ver si lo podía ayudar, pero ya era demasiado tarde.
En la enfermería, el soldado que había dejado Walsh apuntaba al prisionero con su rifle. Este no paraba de darse golpes contra el muro de la sala. De pronto se quedó inmóvil en silencio. El soldado se acercó para ver que le sucedía.
—Los androides no están programados para sentir culpa, por eso es que Yiamagod no se apoderó de su mente. Nosotros somos débiles y la verdad es que nos merecemos todo esto. — El prisionero se abalanzó sobre su custodio, presionando el gatillo de su rifle que le esparció todos los sesos a ambos por la sala.
El doctor Walsh quien estaba sorprendido por la reacción de su alumno, se acercó al escáner de memoria para enterarse que había visto Sam para tomar esa decisión. Frente a la pantalla solo había una bitácora de datos de los eventos ocurridos abordo de la Namicot
00002000- La nave sufre un desperfecto en los motores centrales de energía.
00002005- Los niveles de energía se reducen a cero.
00002010- La tripulación de la cúpula se encuentra sana y salva.
00002020-Las cámaras de sueño sufren un desperfecto. Un sujeto que va dormido logra salir de su sueño profundo. Desconecta cada una de las cámaras restantes.
00002040- La tripulación de la cúpula comienza a auto ingerirse heridas de alta consideración. Son sometidos al protocolo de seguridad que no es afectivo por la falta de energía.
00002050- Todos en la tripulación piden perdón por sus actos cometidos en el Planeta tierra. Al parecer un misteriosa voz esta dentro de sus cabezas y hace que estos se quiten la vida con lo que encuentren efectivo para hacerlo.
00002120- La nave es atraída por completo por esta extraña mezcla de vientos huracanados y masa atmosférica fuera de control.
00002130- El análisis de datos que aquella fuerza descontrolada arroja, coincide con la base de datos de identificación planetaria del planeta Tierra. Millones de fotografías de seres humanos muertos aparecen en el sistema de análisis, fundiendo los sistemas y generando fue en mi sistema. — el doctor Walsh, supo que las locuras del prisionero sobre Yiamagod no eran solo un mito.
Había descubierto que una dimensión desconocida que no figuraba en la historia de la humanidad se le había cruzado a la nave espacial Namicot 001.
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