Presentamos «Vienen», uno de los relatos en exclusiva, del autor Ramón Plana, que se incluyen en el volumen ¿Qué ha sido ESO? publicado por Ánima Barda
Relato: Vienen. Por Ramón Plana
Soñé que estaba en mi casa, pero solo era mi casa por dentro, por fuera era un enorme caserón victoriano con buhardilla, una gran puerta enrejada en la entrada y grandes y pesados faroles colgando de adornos de metal. En el hueco de la escalera vi una pequeña puerta que no había visto nunca. El tirador estaba oxidado y me costó mucho abrirla; cuando lo conseguí, me encontré en una pequeña sala llena de telarañas y con un angosto pasillo al fondo. Lo seguí y me llevó a una minúscula habitación amueblada como una sala de estar muy anticuada. Cuando me acerqué a la mesa camilla que había en el centro de la salita, me sobrecogí al ver de perfil que, en uno de los sillones, había un cadáver.
Era de una persona anciana con largo pelo blanco y muy delgada. En la mano tenía un papel, y en él solo había escrito cinco palabras: “Vienen, han encontrado el ascensor…”. Luego, la debió de sorprender la muerte.
Miré alrededor y pude ver una puerta detrás del sillón, en la penumbra. La abrí. Era un ascensor empotrado en la pared. Sin poderlo evitar, entré en él y cerré la puerta detrás de mí. A la derecha había unos botones de control, pulsé el que tenía una flecha hacia abajo y el ascensor, con un crujido, comenzó a descender. Después de unos instantes, se detuvo con un golpe seco.
Escuché, no se oía nada. Decidida, abrí la puerta y salí.
Estaba muy oscuro, poco a poco pude ver que me encontraba en una enorme caverna cuyo techo no alcanzaba a vislumbrar. Caminé separándome del ascensor, cuya puerta dejé abierta.
Se veían diferentes niveles y varios pasadizos que desembocaban allí. El suelo era de arena y multitud de estalactitas hablaban de la antigüedad del lugar. En una de las paredes vi unas marcas que no supe interpretar. Poco a poco me envolvió la enorme frialdad del ambiente, sus formas; las manchas oscuras de las rocas me producían escalofríos. Un suave roce me sorprendió.
Observé a mi alrededor pero no vi nada. Asustada, comencé a retroceder hacia el ascensor. Entonces lo oí más claramente: era un suave deslizar, quizá sobre la arena. También oí un murmullo, como un gorgoteo.
Desesperada, me volví y corrí al ascensor. Lo que fuera venía detrás con multitud de carreras. Algo me golpeó las piernas, haciéndome caer al suelo. Miles de pinchazos me taladraron la ropa. Chillé, revolcándome, y como pude me incorporé mientras el sudor me escocía sobre los pinchazos.
Luché contra algunos cuerpos cuyo tacto me espeluznó, y me introduje en el ascensor. Cerré la puerta y, sollozando histérica, pulsé el botón de subida. ¡Por favor! ¿Qué era aquello? Quería despertarme y que cesara el dolor de los pinchazos, ¿por qué era tan real? ¡¡Me quería despertar!! Me retorcí, haciéndome un ovillo… y al final desperté.
Procuro serenarme, la sensación de los pinchazos ha sido tan real que aún me duele el cuerpo. De repente noto con sorpresa que no estoy tumbada. Despacio abro los ojos y observo una pequeña y antigua habitación que no conozco. Poco a poco, con horror identifico la minúscula sala de estar del pasadizo, y yo estoy sentada en el sillón del cadáver. Intento chillar y no puedo, miro mis manos, están envejecidas y flacas. ¿Qué me está pasando?
Me estremezco cuando oigo detrás de mí el ascensor, que empieza a subir. Con gran esfuerzo cojo una hoja de papel y escribo algo… Luego, con creciente pavor, leo: “Vienen, han encontrado el ascensor…”. Y, mientras oigo al ascensor detenerse a mi espalda, la inconsciencia me invade… Aun así, entre un mar de sombras, sigo oyendo el aciago y asqueroso gorgoteo.
Recopilación de relatos: ¿Qué ha sido eso? Ánima Barda.
Ver Entrevista | Artículo Relacionado: ¿Qué ha sido eso? por Ánima Barda