LA PRIMERA MISIÓN DE F.R.A.T, un relato de robots, por Pablo Arija

F.R.A.T. está en medio de la sala de la doctora Niklos. La doctora Niklos le observa detrás de sus gafas, con la carpeta y el bolígrafo preparados para cualquier cosa que considerase oportuno apuntar sobre F.R.A.T. Cuando esto suceda, la doctora Niklos simplemente apoyará la carpeta en su antebrazo y garabateará unos trazos de tinta. La sala es blanca, muy blanca. Todas las salas que recuerda F.R.A.T. desde que fue programado son inmaculadamente blancas. Tiene una mesa (blanca), una silla junto a la mesa, un ordenador…

-Dime F.R.A.T. –pregunta la doctora Niklos- ¿estás completamente seguro de que esas personas a las que viste hablaban otro idioma?

F.R.A.T. responde que sí, que está completamente seguro. F.R.A.T. se siente muy orgulloso, ha sido su primera salida, su primera misión, y ha logrado encontrar algo importante, hacer algo para lo que haya merecido la pena su creación.

La sala de la doctora Niklos no es el espacio natural de F.R.A.T., pero acude tan a menudo que ya puede moverse por él con la desenvoltura necesaria. Además F.R.A.T. sabe distinguir los diversos espacios de la sala; la mesa del ordenador es el espacio de la doctora Niklos. El resto; la camilla, la estantería con archivadores, el resto de sillas… pertenecen al espacio de la gente que acude a la sala de la doctora Niklos.

-F.R.A.T. ¿seguro que no es un dialecto, alguna forma particular de pronunciar el Idioma Unificado?

Insiste la doctora Niklos.

-No lo es. El vocabulario era distinto, la fonética desconocida.

La doctora Niklos mira a F.R.A.T. levantando sus gafas, escribe algo en su carpeta. Se detiene a pensar. F.R.A.T. no puede henchir su pecho de orgullo, pero F.R.A.T. lo hubiera hecho de no tener un caparazón de tungsteno. Y es que F.R.A.T. distingue sin ningún problema el Idioma Unificado, pues es el único que jamás ha oído. Los bebés cuando se están gestando, desde muy temprano son capaces de distinguir el lenguaje que habla su madre de los demás. Y F.R.A.T. está programado, entre otras cosas, para esto.

F.R.A.T. ha sido fruto de muchas horas de trabajo, de muchos años de investigación. Los profesionales mas cualificados han participado en construir el cuerpo, completamente articulado en base a los diseños del doctor Sukuyama, el SukuyamAndroide 3.4. La base son dos plataformas triangulares, con capacidad para deslizarse por cualquier tipo de terreno sin consumir energía en exceso y emitiendo el mínimo ruido posible. El tronco de F.R.A.T. es un cilindro resistente pero ligero, cualquier humano podría levantar a F.R.A.T. sin ningún tipo de problemas. Una vez esto estuvo hecho, en el cráneo de metal de F.R.A.T. se instalan microprocesadores de última generación y una placa base. Los circuitos integrados tratan de simular el funcionamiento de un sistema neuronal humano... Y años y años de arduo trabajo del doctor Sekovitch, experto en psicología robótica. A partir de la teoría “less is more” pero en un proceso acelerado con el fin de dotar a F.R.A.T. de un aprendizaje casi humano pero mucho mas rápido.

-¡Eres una maravilla F.R.A.T.! Aprendes rápido -dice el doctor Sekovitch.

Y F.R.A.T. se siente muy bien, está muy contento. F.R.A.T. es tecnología avanzada, F.R.A.T. pone mucho empeño para lograr todas las esperanzas y esfuerzos invertidos. F.R.A.T. se sabe un alumno aventajado. Es cierto, G.U.I.L., S.I.L.O. y W.A.T.2 también son muy buenos, pero ninguno tanto como F.R.A.T. Ciertamente, F.R.A.T. aprende muy rápido, y los conocimientos que F.R.A.T. genera son concisos.

Antes de la primera misión de F.R.A.T., F.R.A.T. está entusiasmado. Por fin va a demostrar su valía. F.R.A.T. nunca ha salido de los laboratorios, F.R.A.T. nunca ha estado “ahí fuera” (como lo llaman todos los humanos de batas y uniformes que hablan con los androides). Y ese momento está a punto de llegar.

F.R.A.T. desea que cuando vuelva de su primera misión el doctor Sekovitch, y la doctora Niklos digan:

-Lo has hecho genial F.R.A.T., sabíamos que lo ibas a hacer bien. La información que has proporcionado ha sido de vital importancia.

Y de ese modo F.R.A.T. realizará muchas misiones, y será realmente útil. Puede que hasta hagan una réplica en miniatura de F.R.A.T. y la pongan en la sala de pedagogía robótica para que las generaciones venideras le tengan como ejemplo.

-¡Este es F.R.A.T.!¡El mejor androide jamás construido!

Abre la puerta el teniente González y pasa a la sala de la doctora Niklos.

-Doctora Niklos ¿me ha mandado llamar?

Pregunta el teniente González, viste un uniforme del Gobierno Unificado.

-En efecto oficial. F.R.A.T. ha llevado a cabo su primera misión y parece que ha descubierto algo. Algo que ya no creíamos posible en el Gobierno Unificado y queríamos que usted lo comprobase.

El teniente González es algo más alto que la doctora Niklos. Lleva el pelo corto, plateado en las sienes. La doctora Niklos casi nunca sonríe, pero F.R.A.T. sabe que desea sonreír. No lo hace, tal vez, porque forma parte del protocolo de pedagogía robótica.

El teniente González se agacha y se pone a la altura de F.R.A.T.

-Dime F.R.A.T. ¿qué es lo que viste?

F.R.A.T. le cuenta lo mismo que le dijo a la doctora Niklos. Con las mismas palabras.

-F.R.A.T. esta es tu primera misión, adelante y… ¡suerte!

F.R.A.T. sale de las instalaciones. Para que F.R.A.T. pueda salir el doctor Sekovitch le lleva en brazos hasta el cubículo de salidas de androides. Le acompaña la doctora Niklos. Una vez allí, un operario ha de activar la puerta automática para que F.R.A.T. pueda salir. F.R.A.T. va a ver por primera vez “ahí fuera”. Empieza F.R.A.T. a deambular por los alrededores, a observar los colores, a percibir los sonidos. Entonces F.R.A.T. se dirige a los centros poblacionales. Los centros poblacionales están muy cerca unos de otros, pero se encuentran bien delimitados. F.R.A.T. se mezcla con el resto de androides. Muchos tienen la misma apariencia que F.R.A.T. pero F.R.A.T. sabe que no es como los demás pese a que su apariencia externa sea muy similar. Pese a ligeras variaciones, todos los androides son muy parecidos. Incluso F.R.A.T. interactúa con alguno de ellos. Se encuentra con androides domésticos, aquellos que hacen de mascotas de los niños, los que sirven para preparar una taza de té o llevar las zapatillas a la hora indicada.

F.R.A.T. encuentra un niño y simula ser un androide mascota que se ha perdido y se pone detrás del niño. Es la primera misión de F.R.A.T. Y F.R.A.T. sabe que está entrenado para realizar misiones.  El niño habla con F.R.A.T. y F.R.A.T. le sigue hasta su casa. El niño mira hacia atrás y sonríe. F.R.A.T. le parece divertido.

El niño vive en una casa típica de los centros poblacionales. A decir verdad casi todas son iguales. Casi todas preservan el mismo estilo. Un estilo sobrio e industrial.

El niño dice algo que F.R.A.T. no puede comprender y aparece una adulta que le dice a F.R.A.T.:

-Hola pequeño ¿te has perdido?

Y cuando vuelve a dirigirse al niño lo hace de nuevo en un idioma que no es el Idioma Unificado. F.R.A.T. se siente confundido. Es extraña esa lengua que hablan. F.R.A.T. nunca había escuchado una lengua que no fuera el Idioma Unificado. F.R.A.T. sale de la casa. La madre y el niño dicen algo entre ellos. F.R.A.T. no puede comprenderlo. Sonríen, tal vez piensen que F.R.A.T. es un androide-mascota y quiere volver con su amo.  F.R.A.T. se dirige de nuevo al laboratorio, está ansioso por llegar y contar su experiencia.

-¡Adiós!- dice el niño levantando la mano.

-F.R.A.T. – dice el teniente González- ¿recuerdas la dirección?

-Centro poblacional número 14, convergencia de calles 43 con 11.

El teniente González mira a la doctora Niklos y sale de la sala. F.R.A.T. cree que va a hacer una llamada porque F.R.A.T. ha descubierto algo importante. Si F.R.A.T. fuera un humano estaría muy nervioso. La doctora Niklos mira pensativa a F.R.A.T. pero no dice nada. F.R.A.T. está quieto, sin hacer nada. F.R.A.T. piensa que su próxima misión será mucho más importante, con normas precisas y un objetivo claro y definido. Misiones de espionaje, misiones industriales, no las simples misiones de reconocimiento, sino misiones realmente importantes, como las que explicaba a F.R.A.T. el instructor durante las clases de pedagogía robótica.

-F.R.A.T. esto es una misión de reconocimiento. Tendrás que acercarte a un centro poblacional, mezclarte con los habitantes y grabar la información para la que estás programado. Después simplemente vuelves al laboratorio. Es tu primera misión.

Vuelve a entrar el teniente González, cruza unas palabras con la doctora Niklos que F.R.A.T. no logra percibir. La doctora Niklos, se vuelve hacia F.R.A.T. y dice:

-F.R.A.T. ¿podrías esperarnos un momento en la sala de descanso?

La doctora Niklos abre una puerta adyacente para que entre F.R.A.T. La sala de descanso es una pequeña habitación, blanca, vacía. Apenas cabrían tres humanos sentados en el suelo, pero lo suficiente para un androide.

F.R.A.T. se queda quieto. Fuera alguien hace una llamada y se oye la voz del teniente González, pero F.R.A.T. no logra escuchar lo que está diciendo. A pesar de que sus sensores de percepción auditiva son extremadamente sensibles la sala de descanso está perfectamente aislada. Parece que precisa la intervención de alguien.

F.R.A.T. piensa que estará hablando de lo que acaba de conseguir F.R.A.T. con algún superior, tal vez le esté recomendando para alguna importante misión. F.R.A.T. sabe que es bastante inusual que en su primera misión un androide logre traer de vuelta información valiosa. Pero F.R.A.T. no es como los demás

Se abre la puerta de la sala de descanso y ante F.R.A.T. está el doctor Sekovitch:

-F.R.A.T. estoy muy orgulloso de ti, nunca un androide en su primera misión de reconocimiento había logrado algo tan importante.

Si F.R.A.T. fuera humano sonreiría, pero F.R.A.T. no puede sonreír pese a que si tiene su percepción y la emoción para hacerlo. Algunos androides domésticos están programados para sonreír, pero no lo sienten. Tan solo lo hacen para satisfacer a los humanos. F.R.A.T. está muy orgulloso.

-Doctor- pregunta el teniente González- ¿Crees que no quedará rastro en su memoria de ese lenguaje?

-No estoy completamente seguro, oficial- contesta el doctor Sekovitch- por mucho que reprogramemos podría quedar algo almacenado en sus circuitos de la red neuronal artificial.

-Aún suponiendo que quedase un rastro mínimo de ese lenguaje ¿podría reproducirlo?

-Sería una posibilidad pequeña de una posibilidad mínima, pero podría suceder.

Suena de nuevo el teléfono de la sala. Descuelga el teniente González, que tras escuchar lo que se le dice al otro lado, responde:

-Si, centro poblacional 14, 43 con 11.

Tras esperar a que hable su interlocutor, prosigue:

-Elimine todo rastro, el padre ya ha sido localizado. Trabaja en el parque tecnológico Kallman, sector 13. Actúen con rapidez.

Cuelga sin despedirse y se vuelve hacia el doctor Sekovitch:

-¿Cree que lo mas seguro es proceder?

-Así es, oficial.

El teniente González observa a F.R.A.T. un instante, detrás de él la doctora Niklos también observa a F.R.A.T.

F.R.A.T. piensa que tal vez ahora llamen al doctor Sukuyama para felicitarle por su trabajo. El doctor Sekovitch se despide de la doctora Niklos y del oficial González, pero no de F.R.A.T. Entonces sale de la sala.

F.R.A.T. se siente complacido de recibir tanta atención de humanos tan importantes.

El teniente González recibe otra llamada y responde: “Buen trabajo”.

 F.R.A.T. mira alternativamente a la doctora Niklos y al teniente González, no sabe se le ocurre comentar nada. Cuando F.R.A.T. no ha recibido la orden directa de hablar no sabe muy bien qué decir. Pero F.R.A.T. se siente muy contento de que gente tan importante esté pendiente de él.

Llaman a la sala, y entra un hombre con gafas y pelo blanco, viste una bata azul. Saluda a la doctora Niklos y al oficial González, pero no saluda a F.R.A.T.

-Truman -le dice la doctora Niklos- asegúrate de retirar todo el entramado neuronal sin dañar el soporte físico, volverá a ser útil una vez se le implante un nuevo sistema y sea de nuevo educado.

Truman se acerca a F.R.A.T. y con un dispositivo cuadrangular abre la llave del cráneo y retira la tapa superior. F.R.A.T. comienza a ponerse nervioso y a mover sus brazos de metal. La doctora Niklos y el oficial González sujetan a F.R.A.T.

-Sujetadle 30 segundos más por favor- dice Truman- estos cacharros están muy bien refrigerados, pero conviene esperar para no dañar el armazón craneal.

F.R.A.T. no sabe muy bien que está pasando. Es un ejemplar de androide único. Diseñado por el mismísimo Suzuyama. Entrenado y educado por el experto Sekovitch. F.R.A.T. ha realizado una gran primera misión y realizará muchas más, mucho más importantes.

Truman pone la herramienta cuadrangular sobre el cráneo abierto de F.R.A.T. y un pequeño ventilador empieza a hacer girar el aire. Las manos de Truman huelen a metal, es bastante gordo, tiene el pelo blanco.

-F.R.A.T. ha hecho un buen trabajo – dice F.R.A.T.-. F.R.A.T. no quiere apagarse. F.R.A.T. puede realizar una mejor tarea la próxima vez, más importante.

-Lo has hecho muy, muy bien.

Contesta la doctora Niklos.

-Ya está listo, sujetadle bien- dice Truman.

La doctora Niklos y el oficial González sujetan más fuerte y F.R.A.T. siente miedo. F.R.A.T. oye un “click”. Truman ha presionado el botón.