EI19
Sacrificar a Lucy es una opción muy sucia. Solo un degenerado podría hacer algo así. Hay que ser muy mala persona, un verdadero cabrón hijo de puta; pero tú lo eres. No has dudo ni un instante en matar a tu fiel amigo Ronin, y tampoco has dudado en arrojar a Lucy a una muerte atroz. Pero has hecho lo correcto, si lo que quieres es salvar tu vida. Las bestias se entretienen con tu amada, desmadejando sus intestinos y tú, mientras tanto, te haces con las armas. Arrojas una de las granadas contra la puerta y te ocultas ante el impacto inminente. La puerta salta por los aires, el paso está al fin franqueado. Corres por él sin mirar atrás, disparando por debajo de la axila, por si alguna de esas bestias osa seguirte. Sin embargo, justo cuando te preparas para abandonar el bunker, observas una silueta recortada que se aproxima a la puerta y que, nada más verte, abre fuego contra ti. Te alcanza de lleno, y mientras rezas todo lo que sabes, pidiéndole clemencia a Dios nuestro señor, le pones rostro a la figura. Es el capitán Solloway, que al fin regresaba de entre los desaparecidos, y que acaba de confundirte con un soldado nazi. No hay tiempo para más explicaciones, por el flanco izquierdo aparecen dos soldados, esta vez sí, que rematan la faena. Ante la estupefacción de Solloway, y justo antes de tu último aliento, tanto tú como él, recibís varias raciones extra de plomo.
¡Has muerto! ¡Y ojalá te pudras en el infierno por mala persona!
FIN