SA19

Buscáis una salida en el entramado de túneles subterráneos. Os lleva bastante tiempo evitar a los guardias y dar con lo que parece la forma más idónea de salir de aquí: un pequeño conducto de aire que asciende hasta la superficie, sin vigilancia.

Trepáis por el tubo metálico hasta el nivel del suelo. El aire del exterior os llena los pulmones y aclara tus ideas. Te orientas con las estrellas nocturnas e inicias el camino con Lucy siguiéndote los pasos de cerca, os queda un largo camino hasta la bahía donde viste por última vez el submarino alemán.

En la oscuridad de la noche, tras un largo trecho a través del paisaje selvático, veis una luz en mitad del camino usado por los vehículos. Adviertes a Lucy de que no haga ruido mientras tú acechas de cerca para ver de qué se trata.

Un Volkswagen Kubel mimetizado está parado en el arcén con los faros encendidos. Ves a dos soldados a su lado cambiando una rueda pinchada, se dan prisa en sus movimientos, tú harías lo mismo si te cogiera la noche en esa isla maldita.

Decidís esperar a que cambien el neumático y arrebatarles el vehículo, aún os quedan varios kilómetros hasta la bahía y vuestras fuerzas no están en su máximo apogeo. Mientras vigiláis algo ocurre que hace cambiar vuestros planes. Como si las sombras que rodean a los soldados tomaran forma, una silueta oscura y serpenteante se yergue a las espaldas de la pareja sin hacer el más mínimo ruido. Es una masa alargada cubierta de extremidades puntiagudas y articuladas, sus flancos redondeados trazan dos filas dentadas de esas protuberancias a todo lo largo de su cuerpo; el brillo de unos ojos facetados coronan la monstruosa forma con un fulgor rojizo que te oprime el corazón unos segundos antes de ver como deja caer su enorme cuerpo sobre uno de los soldados, cubriéndolo por completo.

Los gritos de terror y las balas no hacen mella en el ritmo con el que la criatura mutante engulle al primero de los soldados. El segundo, tras vaciar el cargador de su revólver, pone pies en polvorosa en dirección al búnker.

Lucy y tú os estremecéis al presenciar la abominable desaparición del cadáver, ni un solo rastro ha dejado.

Tras unos minutos el mutante sigue su camino internándose en las sombras. Ambos corréis al vehículo y terminando el trabajo de los soldados ponéis la rueda a punto en un suspiro.

Recorréis el camino hacia la bahía con la esperanza de no encontrar ninguno de esos monstruos por el camino, se puede decir que eres un tipo afortunado. A pesar de todas tus aventuras sigues vivo y con la mujer que amas a tu lado. No obstante aún tienes que salvar a la humanidad.

Llegando a vuestro destino la radio del Jeep alemán trasmite una noticia que os sorprende y os entristece de igual manera: parece que uno de los prisioneros, el capitán del Black Swan, ha logrado infiltrarse en el búnker y ha asesinado a Markus Gerber. Sin embargo ha sido atrapado intentando escapar de las instalaciones y ha sido abatido por el mismísimo teniente Wittmann. No esperabais tener noticias de Solloway y menos que fuera un auténtico héroe. También habla de la fuga de dos prisioneros, que sois ustedes...

La bahía se dibuja bajo la luz de una luna menguante. Dejáis el coche lo suficiente lejos como para no alertar a los guardias del puerto. A pesar de las altas horas de la madrugada los soldados están ajetreados cargando y preparando el submarino para salir, posiblemente, lo más rápido posible. La única manera que se os ocurre para entrar en la embarcación sumergible es lanzaros al agua y nadar cobijados por las sombras de la noche. El submarino es un U-X7, un modelo que según tu información solo ha salido en las revistas Pulp como una máquina construida en secreto por los nazis, un transporte capaz de llegar a lo más profundo de los abismos insondables marinos. Poco más sabes de este avanzadísimo Nautilus, solo que tal son sus dimensiones que sobre su joroba de ballena tiene diversas escotillas y válvulas de depresión. Con suerte encontraréis una entrada por la que colaros sin ser vistos.

Dejáis todo el equipo que os pueda molestar en el periplo y os lanzáis al agua. Echabas de menos ver las curvas de Lucy bañadas por la luz de las estrellas, y esta idea te sirve para afrontar el frío del agua.

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