Ella Caminaba Sola (She Walked Alone). Un relato de John Russell Fearn, publicado en la revista pulp Fantastic Adventures, Julio 1939, y que traducimos para todos nuestros lectores en Maestros del Pulp 3
John Russell Fearn (1908–1960) fue uno de los escritores británicos más importantes, y uno de los primeros en formar parte de la Era Dorada Pulp Americana, sin embargo, y a pesar de sus numerosas y destacadas contribuciones, no goza de la misma reputación que los grandes maestros, o al menos no es tan conocido, y eso que su obra es realmente meritoria. Quizás, uno de los motivos, como solía ser habitual, lo tendríamos en el uso y abuso de los seudónimos. Entre los más utilizados por el autor, destacan: Vargo Statten, Thornton Ayre, Polton Cross, Geoffrey Armstrong, John Cotton, Dennis Clive, Ephriam Winiki, y Astron Del Martia, entre otros muchos.
Cultivó diversos géneros, pero los que más le gustaban eran los westerns, las historias de crimen y detectives, y la ciencia ficción. De él se decía que era un buen escritor, pero todavía sin pulir lo suficiente como para poder considerarse uno de los grandes. Amaba tanto el tabaco como la máquina de escribir, y no podía dedicarse a lo segundo si no tenía lo primero. A veces con tanto humo, que ni veía el papel de escribir; tecleaba a ciegas, compulsivamente, solo guiado por el talento.
Entre sus trabajos más destacados tenemos «The Intelligence Gigantic», su primera novela, publicada de forma serializada en Amazing Stories (1933), «The Liners of Time», «Mathematica», y la serie «Golden Amazon». En los años cincuenta uno de sus seudónimos llegó a ser tan popular, que se convirtió en cabecera de una revista de ciencia ficción: «VARGO STATEN'S SCIENCE FICTION MAGAZINE». Además de Vargo Statten, sus dos otros seudónimos más reconocidos son Thornton Ayre —con el que firmó la creación de la primera superheroína Violet Ray, para «The Golden Amazon», con cuatro historias publicadas en FANTASTIC ADVENTURES (1939-43)—, y Polton Cross.
Ella caminaba sola «She Walked Alone» es un relato inédito en lengua española (como siempre que yo sepa, y por supuesto puedo estar equivocado) el cual, en cuanto vi por primera vez la ilustración que lo acompañaba, sabía, sin lugar a dudas, que debía traducirlo. Me daba igual que fuese bueno o malo; sencillamente tenía que hacerlo. Y lo hice, y además es un buen relato. Más que bueno…, diría que es extraño, curioso, inquietante y bonito. Fue muy fácil de traducir, ya que el autor emplea un lenguaje muy sencillo. Apenas ocupa unas cuantas páginas, por lo que se lee muy rápido; y en tan pocas líneas... el autor nos seduce con un misterio convenientemente aderezado con varias pinceladas dramáticas. Toda una historia de amor de corte fantástico, y que mantendrá enganchado al lector hasta la última linea, curioso por ver cómo se resuelve el embrollo que nos plantea el autor. La historia fue publicada por primera vez en la revista «Fantastic Adventures, July 1939», y la ilustración que lo acompaña (véase más abajo), es obra del artista Kenneth J. Reeve. Ahora os dejamos un pequeño fragmento inicial, y no la obra completa, que será publicada en papel con la edición de Maestros del Pulp 3, junto con las correspondientes ilustraciones. Si todavía no cuentas en tu biblioteca con los números anteriores, no sé a qué esperas [Tercer número ya Publicado]
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Ella Caminaba Sola (She Walked Alone). John Russell Fearn, 1939
Capítulo I
Conocí a Elaine Dodd por primera vez en una carretera rural, en el Medio Oeste de América. Estaba sentada en un banco, sobre el césped, a un lado de la carretera, tratando de hacer algo con el tacón de sus zapatos. En apenas unos instantes mi paso balanceado me llevó junto a ella. Me detuve, mirándola con toda la ardiente admiración de un joven.
Por unos instantes parecía que no se fijaba en mí, y me paré a contemplar su figura, tan atractiva como delgada, envuelta por un delicado vestido de verano.
—¿Problemas? —Por fin me decidí, con ánimo voluntarioso; y ella levantó la vista. Por primera vez vi su cara.
¿Cómo voy a describírtela? ¿Te imaginas un rostro joven y bello, pero a la vez inexplicablemente trágico? Intenta concebirlo tal y como yo lo vi: piel suave, sedosa, con rasgos normales y unos labios provocativos. Sus ojos eran de un azul vivo, intenso, sin embargo parecían como el espejo de un alma que cabalgaba con una desesperación inenarrable. Me miraron, y lo hicieron a través de una máscara, como si estuviesen al otro lado de profundo sueño. Y entonces sentí que lo que yo estaba mirando era su verdadero interior, en lo más profundo de su ser; algo totalmente inexplicable.
—Creo —dijo suavemente, con una voz tan extraña como lejana—, que se me ha soltado el tacón del zapato.
¡El tacón del zapato! ¡Qué cosa tan mundana! Palabras que me devolvieron a la prosaica realidad y recogí la delicada creación de cuero, tan suave, que ella me ofrecía. Efectivamente, el tacón se había desprendido, pero los clavos permanecían en su sitio. Al momento dejé mi equipo de excursionista sobre el suelo, abrí la mochila y saqué un montón de herramientas. Supongo que mi apaño no era el mejor de los posibles, pero me sentí plenamente recompensado al ver de nuevo aquellos extraños ojos mientras probaba su peso sobre los tacones, como si estuviese estrenando unos zapatos nuevos.
—Muchas gracias. Pensé que tendría que volver a casa a la pata coja... —sacudió su cabeza dorada hacía ninguna parte en particular, a menos que una enorme residencia tétrica y solitaria, que podía ver no muy lejos de allí, significase algo. Luego se giró…, y me miró de forma interrogativa.
—Douglas Ward, es mi nombre —dije, inmediatamente, y me puse la mochila otra vez—. Soy abogado, en busca del éxito, aunque ahora mismo tan solo ejerzo de excursionista, disfrutando de unas vacaciones.
—¿Tú solo? —murmuró ella.
Asentí lentamente; preguntándome..., qué me hacía decir…:
—Por ahora, sí…
—Qué raro —sonrió—. En este mundo moderno de 1960 hay tantas cosas que uno puede hacer en buena compañía; tantos amigos que uno puede tener. Y, sin embargo tú, al igual que yo, eliges caminar solo...
Reflexioné, y no podía imaginarme por qué una muchacha tan encantadora y deseable debía caminar sola, a menos que todo fuese obra de una brillante y magistral jugada del destino, habiéndola escogido especialmente para mí. ¿Presunción? No estoy tan seguro: Creo que tú habrías pensado justo lo mismo si hubieses estado en mi lugar.
—Quizás tengamos intereses comunes, ¿no crees? —Le sugerí—. Ella vaciló un instante, y…, entonces...; será mejor que no me recree tanto en los detalles, o de lo contrario no podré avanzar con la narración, ¿verdad? Pues bien, el caso es que empezamos a caminar juntos y no tardamos mucho en llegar a un sitio en el que pude observar perfectamente aquella gran casa. Antes de que ella me lo dijese, de alguna forma ya había intuido que era la suya. Me contó que había vivido allí toda su vida, siempre sola. Qué raro, un lugar tan viejo para una persona tan joven. Había salido a caminar, como siempre, sola. Y esta era la primera vez que hablaba con un extraño en muchos años. No se relacionaba con nadie que no fuesen sus sirvientes.
Ella estimuló mi interés enormemente. Y aquellos ojos... Tras ellos había algo más que una simple chica. Con cierto atisbo de duda e indecisión, me dijo que se llamaba Elaine Dodd. No sabía muy bien en ese momento si creerlo o no. De todos modos, su nombre no era algo que me importase.
Había algo de entusiasmo en esa caminata, junto a ella, por el largo y polvoriento camino. No hubo sonidos fuertes, ni zumbidos, ni estruendos típicos de la ciudad; sólo el suspirar de una brisa cálida, el gorjeo de los pájaros, el tenue zumbido de los insectos. El cielo era de un azul impoluto, al igual que los ojos de Elaine. El sol brillaba a través de su cabello y lo convirtió en un halo dorado.
—La vida —dijo ella—, es tan preciosa... —Y lo dijo con una tristeza vívida, insólita, tan potente y llena de significado, que me gustaría dejar aquí constancia de ello; y con la esperanza de que solo con imaginártelo te pueda impresionar tanto como a mí.
Pero... ¿qué clase de tragedia había querido insinuar? ¿Por qué caminaba sola? Todo esto me desconcertó inmensamente, y a cada una de mis preguntas, cuidadosamente planteadas, ella siempre tenía una respuesta evasiva. Pero empecé a sentir que le gustaba.
Más tarde, estaba seguro de ello.
Si quieres leer la obra completa, continúa en... Maestros del Pulp 3
NOTA IMPORTANTE 1: She Walked Alone. Relato escrito por John Russell Fearn y publicado en 1939 en la revista Fantastic Adventures. Artista / Ilustrador: Kenneth J. Reeve. Podrás disfrutar de la traducción completa y en papel cuando publiquemos nuestro tercer recopilatorio. Obra traducida por EMILIO JOSÉ IGLESIAS FERNÁNDEZ ©, sujeta a derechos de traducción (Todos los derechos reservados). Si alguien sabe de alguna traducción previa a la nuestra, por favor, decídnoslo; y si la estás leyendo en otro sitio, que no sea este, o en nuestras publicaciones, también.
NOTA IMPORTANTE 2: «She Walked Alone» is reprinted with the permission of Philip Harbottle Cosmos Literary Agency, copyright owner for the estate of John Russell Fearn. [Esta obra se reproduce con el permiso de Philip Harbottle Cosmos Literary Agency, propietario de los derechos de autor de la herencia de John Russell Fearn].