EI7
Los rayos de sol comienzan a calentar como si estuvieseis asándoos en una parrilla. El sendero prosigue hacia el norte, y todo indica que ésta es la ruta que deberías seguir para encontrar al resto de la tripulación del Black Swan.
Los soldados nazis pronto descubrirán el engaño, y mantenerse para entonces a lo largo del sendero sería un suicidio. En eso estáis todos de acuerdo; ni siquiera os lo planteáis como opción. Pero tú ya no eres quien decide, ahora las decisiones las toma el capitán Solloway, y a ti no te queda más remedio que obedecer a regañadientes, estés o no estés de acuerdo.
El capitán os ordena internaros en la jungla y avanzar hacia el norte a través de ella.
Obedecéis.
Encabeza la fila en solitario el capitán, unos pasos más atrás el contramaestre; y tú, tratas de hacerte el rezagado, cogiendo a Lucy por el brazo. En la retaguardia, ojo avizor, Ronin.
—¿De qué va todo esto? —le susurras a Lucy, sin perder de vista ni un solo movimiento de hojas a tu alrededor.
—Ni idea —responde ella—, es todo muy raro. Temí no volver a verte. Cuando te llevaron los soldados pensé que sería el fin. No debiste enfrentarte a ellos.
—Cariño —replicas—, sabes que ése no es mi estilo —haces una pausa—. Sabes, ¿no entiendo qué hacen los nazis por estas latitudes, no tiene sentido, además, la guerra ya se ha terminado, la hemos ganado. Todo esto es muy raro, ¿no crees?, y esta isla, ni te imaginas lo que he visto en ella... ¡Estamos en peligro!
—¿Qué has visto? —pregunta Lucy intrigada.
—No lo sé, algo así como un caracol gigante escupiendo rayos y truenos, algo aterrador. Esto parece una isla de pesadilla.
—Ni que lo digas, Ray. Nada en esta isla es normal, pero... ¿un caracol gigante, y yo me lo he perdido? ¿Con lo que me gusta catalogar nuevas especies?
Entonces, Michael Abott, el contramaestre, que poco a poco ha ido reduciendo distancias con vosotros, os interrumpe:
—¡Vaya, la pareja de tortolitos hablando de bichos imposibles, en vez de... darse cariño tras burlar a la muerte, si es que, no tenéis remedio, no esperaba menos de vosotros.
—¡La culpa es de ella, que ya sabes cómo es! —replicas.
—¡Dejaros de historias y escuchadme! —dice Abott—. Aquí nada es casual, y no me fio un pelo del capitán, sabe mucho más de lo que habla. Me juego el pescuezo a que no es quien dice ser, y también estoy seguro que todo esto está relacionado con la señal que captamos antes de que nos abordasen.
—Tienes razón, Michael —asientes—. Si los nazis están en esta isla, es por algo. Seguro que están haciendo algunos de sus experimentos, o buscando algún artefacto; si es que no descansan con esos rollos ocultistas. La señal..., una isla con bichos mutantes... ¡joder! Rescatemos a los nuestros y larguémonos de aquí a la de ya, porque...
En ese instante, un ladrido de Ronin os hace callar a todos de inmediato. Es una señal de advertencia, y su hocico apunta en la dirección del peligro. Permanecéis quietos, en silencio, y entonces observáis como algo que emite un horrible bramido arrasa con todo a su paso dirigiéndose a gran velocidad hacia vuestra posición.
No tenéis tiempo a reaccionar. De repente, ante vosotros, una araña enorme del tamaño de un tanque Sherman, con dos cuernos en fila sobre la perpendicular de los quelíceros. Otra bestia mutante, dispuesta en este caso a embestiros, y luego quizás, devoraros en vida lentamente.
—¡Guau! —clama Lucy—. ¡Una nueva especie por clasificar! Es un, un..., un... ¡Aracnozonte!
—¡No! —replicas—. Es un ¡Lucy no me toques los cojones y corre como si te quemase el culo!
Sin mirar atrás, todos echáis a correr rumbo hacia un futuro incierto.
La bestia no cesa de perseguiros. Justo cuando está a punto de alcanzaros, amartillas tu subfusil, te giras y disparas una ráfaga. Le das de lleno en la cabeza, puede que incluso alguna de tus balas le haya cegado uno de sus múltiples ojos. Esto ha sido suficiente como para que se lo piense dos veces. La bestia detiene su ataque, y recula, gruñendo.
Os agrupáis, pero el capitán ha desaparecido...
—¿Dónde está el capitán? —preguntas.
Nadie contesta, miras a Michael, éste a Lucy, y ella a Ronin, que en vez de mirarte a ti, para cerrar el círculo, permanece mirándola, embobado.
Lo llamáis en voz baja, por si acaso:
—¡Solloway! ¡Solloway!
Nadie contesta.
—Puede que se haya perdido —dice Lucy—, o igual le ha pasado algo.
—Sí, en esta isla todo es posible —añades—. Será mejor que le busquemos.
Avanzáis, escudriñando en derredor, y entonces advertís el sonido de agua fluyendo. Seguís caminado y os topáis con un rio.
¿Qué decides? A continuación, tienes 2 opciones:
Opción 1: Seguir el curso del rio hacia su nacimiento, quizás así encontréis a Solloway, y si no buscar un punto elevado desde donde observar toda la isla. Pincha aquí
Opción 2: Seguir el curso del rio hasta su desembocadura, que os llevará de nuevo a algún punto de la costa, y ver qué os podéis encontrar. Pincha aquí