EI11
Remontáis el rio, nerviosos, y asombrados por el extraño color verde de sus aguas. No perdéis de vista ni la más mínima posibilidad de encontraros tanto con el capitán Solloway, como con alguna otra bestia de pesadilla. Tras un largo paseo ni siquiera sois conscientes del paso del tiempo, es como si estuviese detenido, como si ya no importase.
De repente, ante vuestros ojos, una poderosa iridiscencia os obnubila al tiempo que os rodea. Tras unos instantes de dulce y armoniosa confusión, se disipa, y observáis un maravilloso lago de aguas tranquilas, pero llenas de vida. Son aguas de un verde fluorescente como nunca antes habías visto, algo que os cautiva, no os deja pensar con claridad.
No estáis solos, a vuestro alrededor hay todo tipo de seres vivientes, unos orillados, degustando el líquido elemento, otros zambulléndose en él, y otros emergiendo de las profundidades. Seres cuyas formas cambian, mutan, convirtiéndose en monstruos de pesadilla. Pero no os sentís amenazados, pues formáis parte del todo en el que os encontráis, y una melodiosa voz os susurra al oído. Son cantos de sirena, lo sabéis, pero no os importa.
Te sientes maravillosamente bien, embriagado por esa voz que te seduce, y te apartas del grupo, te diriges hacia ella. Es una voz femenina, una hermosa ninfa clama por ti.
Semidesnuda, cubierta por una fina y trasparente tela de agua verde, canta solo para ti mientras reposa con voluptuosidad y, según te acercas, ya no es lo que escuchas, sino lo que ves, unos senos turgentes y un manto que se diluye, apreciando la desnudez del Edén. Ahora, que ya estás justo a su lado, ya no es lo que ves, sino lo que sientes, atrapado por sus caricias y sus besos, dispuesto a entregarle toda tu virilidad, como en tus mejores tiempos.
Sí, te vas a acostar con ella, sin importarte nada más a tu alrededor. Dejas caer tu arma y desenfundas tu herramienta de placer, sin embargo, justo cuando estás a punto, sientes como algo golpea tu cabeza por detrás, arrancándote a las bravas de un sueño maravilloso.
Te giras, y observas como Lucy te increpa desde la otra orilla del lago, llamándote de todo, incluso insultos que ni siquiera sabías que podrían existir. Jamás la habías visto tan enojada, y jamás podrás explicarte cómo demonios hiciste para cruzar todo el lago, y encontrarte donde estás ahora. Giras la mirada, hacia un cuerpo que yace húmedo y caliente bajo el tuyo, y un escalofrío recorre tus entrañas, a la vez que las náuseas te llevan irremediablemente al vómito.
Estás semidesnudo, erecto, sobre un extraño animal que crees que podría ser un anfibio antropomorfo. Lucy no deja de gritarte, Abott igual, y Ronin te ladra, pero ahora te sientes atrapado. De forma instintiva sueltas un gancho de derechas, y noqueas al animal, aunque éste no se dará por vencido, solo el tiempo necesario para que te pongas en pie, te vistas, y recojas tu subfusil del suelo.
Debes regresar junto a Lucy y Abott, pero estos se encuentran al otro lado del lago, una distancia a nado en línea recta de unos 100 metros aproximadamente. Sopesas las opciones, pero no tienes muchas. La única, echar a la carrera a lo largo del perímetro, por tu izquierda, ya que por la derecha tienes el anfibio bloqueándote el paso, y tras él, algunos de sus compañeros que acuden a modo de refuerzos. Sin embargo, el perímetro es todo un misterio, apenas sabes que te aguarda unos metros más allá, y la visibilidad es nula por completo.
¿Qué haces? A continuación, tienes 2 opciones:
Opción 1: Te la juegas. Eres un experto nadador, y cien metros en línea recta son pan comido. Pincha aquí
Opción 2: Echas a correr, a lo largo de la orilla. Pincha aquí