EI31
¿Qué te ha hecho a ti ese pobre alien, al que acabas de despertar, para que la emprendas a tiros con él?
Tú y Lucy disparáis vuestras ametralladoras con ira sobre su cuerpo, que resulta mucho más vulnerable que los de un ser humano. Sencillamente lo destrozáis con las primeras ráfagas.
Le disparaste con rabia. Esos malditos extraterrestres trajeron a tu planeta el dichoso Cubo de Togolek, que tanto ansían los nazis, y seguro que lo hicieron porque sabían que en nuestro planeta se ocultaba la Llave Cósmica, imprescindible para abrir el Portal Oscuro. Por ello, y mucho más, los consideras los responsables, y, a la vista de que sus cuerpos semejan débiles, decides en efecto ensañarte, y ya no solo le disparas a su cuerpo tendido en el suelo, sino también a todas las máquinas que estaba manipulando.
Bien, ¿y ahora qué?
Te has quedado sin balas, pero Lucy las conserva casi todas. Ella apenas ha disparado una o dos ráfagas cortas. Te haces con su arma y disparas a todo, a Wittmann, al Cubo de Togolek, y a esa extraña bestia que sale a los pocos por el Portal Oscuro, en respuesta a los gritos de llamada del kartoffeln... ¡Chulthu, ven mí!
¿Chulthu? Ese nombre te estremece, pero todo lo que tú haces resulta en vano.
El Portal Oscuro está abierto, y no tienes ni la más mínima idea de cómo cerrarlo. La llegada de Cthulhu es inevitable, y todo sucumbirá tras él, incluso el tan proclamado Cuarto Reich, solo que Wittmann aún no lo sabe, pues cree que podrá controlar al Dios Primigenio, cuyo acto de presencia resulta al fin tan magno, que ni siquiera existe posibilidad física de compartir espacio con él.
Al poco, tanto tú, como Lucy, e incluso Wittmann, termináis en las entrañas de Chutlhu, quien ya emerge por la raja de la Fosa de las Marinas, destruyéndola a su paso.
¡Has fracasado, y el fin de la humanidad la consecuencia que todos pagaremos!
¿Quieres volver a intentarlo?