The Body Snatchers: La duplicación de seres humanos, una temática característa de las invasiones alienígenas. Un artículo de Eihir

The Body Snatchers (Jack Finney, 1955), traducida como «La invasión de los ladrones de cuerpos» o «Los invasores de cuerpos», es una novela de ciencia ficción publicada en la revista Colliers Magazine que, junto a ¿Quién anda ahí? (John W. Campbell, 1938; ver artículo: La Cosa, basada en una novela pulp de John W. Campbell) e Invasores de Marte (1953, John Tucker Battle), forma una trilogía que podía denominarse como Trilogía de los Invasores Alienígenas Replicantes. Si la idea original de Campbell era describir la situación de paranoia entre un grupo de científicos en una base del ártico, creada por el descubrimiento de una criatura alienígena capaz de replicar a un ser humano, lo que hizo Battle fue escribir un relato de una invasión alienígena bien organizada y planificada, suplantando poco a poco a la población de una ciudad. Sin embargo, es Finney quien con sus Ladrones de Cuerpos se lleva el gato al agua con esa invasión de vainas emigrantes, capaces de engendrar una semilla de un ser humano para duplicarlo con exactitud y así poder sobrevivir en un nuevo planeta. Por supuesto que en la Literatura Pulp ya existían obras anteriores a la de Finney con el tema de la duplicación, pero la novedad de esta novela es la forma en la que se produce, sentando las bases para multitud de obras posteriores que homenajearon, plagiaron, o copiaron la idea (algunas de forma terriblemente descarada).

Los Ladrones de Cuerpos: La novela

¿De qué va esta novela? Pues ni más ni menos que de uno de los temas favoritos de la literatura pulp, la de invasiones alienígenas. Sin embargo aquí no hay naves espaciales, ni rayos láser, ni monstruos grotescos con alargados tentáculos, así que nada de La Guerra de los Mundos, ni Independence Day, ni Mars Attack. La historia arranca en un tranquilo pueblo de California llamado Santa Mira, donde un pacífico médico divorciado, el doctor Miles Benell, recibe la visita de una antigua novia suya (casualmente también divorciada), llamada Becky Driscoll. Becky pide ayuda al buen doctor porque una amiga suya tiene un problema, pues alega que su tío Ira no es su tío. Tras hablar personalmente con dicho tío Ira, el doctor Benell piensa que en realidad el problema está en la mente de la muchacha y no le da más vueltas al asunto. Sin embargo poco después una de sus pacientes dice que su marido no es su marido, caso que misteriosamente parece repetirse en Santa Mira como el brote de una extraña enfermedad. La explicación de su amigo, el psiquiatra Mannie Kaufman, de que todo se debe a un caso de neurosis contagiosa, que tal y como ha venido se irá, le tranquiliza al principio. Pero la aparición de un extraño cuerpo en casa de un antiguo paciente, el escritor Jack Belicec, pone en alerta al doctor, lo que da comienzo a un misterio donde la gente se comporta de forma extraña después de haber dormido…

Misterio y tensión creciente, junto a buena dosis de paranoia, es lo que podemos encontrar en esta obra maestra del género, donde la explicación se halla en unas vainas gigantes de origen extraterrestre que únicamente buscan sobrevivir mundo tras mundo, pues aunque pueden duplicar seres humanos no pueden reproducirse y solo duran unos cinco años. Las réplicas que producen las vainas son duplicados perfectos de los seres humanos, pero sin emociones ni sentimientos, unidos por una especie de conciencia colectiva que únicamente busca la supervivencia.

Cabe destacar el final feliz de la novela, con la destrucción del campo de cultivo de las vainas, lo que origina que las supervivientes se marchen de nuestro hostil planeta en busca de otro que no les ofrezcan tantos problemas, y entendiéndose que los seres ya duplicados morirán en el plazo de cinco años con lo cual la amenaza es combatida con éxito. Este final feliz solo es visto en la película Invasión (2007) y curiosamente no se repite en las otras tres versiones, de las que hablaremos más adelante.

El libro está lleno de ideas sugerentes, como la absorción del cuerpo humano original durante el sueño que es destruido tras la formación del duplicado. Pero también habla de la humanidad, del alma humana, que es la parte que los alienígenas no pueden replicar, o de la capacidad de luchar por dicha humanidad, que los alienígenas no entienden. Para ellos es mejor carecer de sentimientos y emociones porque éstos crean diferencias, y estas diferencias conforman el individualismo, algo negativo para la conciencia común o grupo colectivo que es lo que verdaderamente importa. Y así el lector se encuentra con la idea subyacente y disimulada en esta invasión alienígena, el individuo frente al grupo, con lo cual cabe pensar en que podrían ser ciertas las teorías de que lo que quiso hacer Jack Finney con esta obra era atacar al comunismo, el peor enemigo de la época.

Es por ello que una de las frases finales del libro, «Lucharemos contra ellos en los campos, y en las calles. Lucharemos contra ellos en los montes; y nunca jamás nos rendiremos», no solo hace referencia a la capacidad de oponer resistencia de la raza humana, sino también a la lucha anticomunista propia de los años cincuenta que se llevaba a cabo en diferentes ámbitos.

Al margen de esta idea anticomunista, el lector también se encuentra con otros matices, como la historia de amor entre dos protagonistas divorciados (curiosamente de este hecho no suelen hablar los analistas listillos), pues recordemos que no era muy bien visto en aquella época las relaciones fuera del matrimonio común. El comportamiento de la policía o las menciones a los políticos y a los poderes públicos, que no salen precisamente muy bien parados en la novela, son también aspectos que deben ser señalados.

La Invasión de los Ladrones de Cuerpos (1956, Don Siegel)

Ante el éxito de la novela, muy poco tiempo transcurrió para que la productora de Walter Wanger le confiriese el salto a la gran pantalla. Con Kevin McCarthy como el doctor Benell y Dana Wynter como Becky Driscoll, la película plasma con absoluta perfección el noventa por ciento de la novela, despejando algunas dudas que planteaba la obra original y resumiendo párrafos excesivamente largos y que aportaban más bien poco al desarrollo de la trama. El film acentúa la sensación de misterio y paranoia, presente desde el inicio, por lo que el espectador no se aburre en ningún momento.

Sin embargo hay un par de diferencias respecto a la novela. Una de ellas es que plasma de una forma mucho más funcional la forma de huida de la pareja protagonista, cuando es encerrada para que se duerman y asuman su forma duplicada. Este hecho queda algo confuso en la novela, y es un acierto del director el culminarla de forma tan realista.

Y la otra diferencia fundamental es sin duda el final, con la trágica transformación de Becky, dejando al protagonista completamente solo y al borde de la locura, sin que nadie crea su paranoica historia. Solo en el último minuto de la película un hecho fortuito hace que las autoridades se pongan en marcha para frenar la invasión, dejando al espectador que sea él quien decida si al final son los alienígenas quien ganan o quien pierden.

La Invasión de los Ultracuerpos (1978, Phillip Kaufman)

Esta película es toda una lección de cómo hacer un remake, una actualización de la obra original con respeto pero aportando ideas nuevas (como también hizo Carpenter con su “La Cosa” en 1982 con la obra de Campbell). Aquí nos encontramos con un genial Donald Sutherland en el papel de Benell, reconvertido aquí en inspector de sanidad. También tenemos a la Driscoll, aquí una mujer cuya pareja es una de las primeras víctimas de la invasión. El reparto se completa con unos excelentes secundarios que tienen mucho que decir en el campo de la ciencia ficción, como Leonard “Star Trek” Nimoy (aquí el psiquiatra traidor), Jeff “La Mosca” Goldblum (el escritor Jack Belicec), o una joven Verónica “Alien” Cartwright (la mujer de Jack y única superviviente).

Aunque existen ciertas diferencias respecto a la novela, así como la versión cinéfila de Siegel, en La Invasión de los Ultracuerpos tanto los personajes como la trama se mantienen (incluyendo el romance entre la pareja protagonista), explicando mucho mejor el proceso de colonización (no son las vainas las que viajan por el aire sino una especie de esporas que se arraigan en las plantas y crean las vainas), así como el de duplicación (espeluznante la escena donde el protagonista se despierta y ve los cuerpos a medio replicar). Además, el elemento de terror queda mucho más pronunciado en esta versión (que carece aquí de ese dogma anticomunista), con esas persecuciones nocturnas y ese grito inhumano que sueltan los replicantes cuando detectan a un ser humano normal, que para mí es todo un acierto del guionista y del director. Y por supuesto, está el hecho de que la invasión no se produce en un pequeño pueblo aislado, sino en toda una gran ciudad como es San Francisco.

En resumen, junto con la versión de Siegel, el remake de Phillip Kaufman es absolutamente recomendable e imprescindible para el que le gusten las películas de este género. Y un detalle, en esta versión hacen un cameo tanto el actor Kevin McCarthy (el doctor Benell original) como el propio Don Siegel, estad atentos y los veréis.

Y del final, como no quiero hacer un spoiler, simplemente decir que no es el final feliz del libro, ni el abierto del de Siegel, es…un bofetón en toda la cara al espectador.

Secuestradores de Cuerpos (1993, Abel Ferrara)

Pues que decir de esta versión, toda una lección de alquimia moderna de cómo convertir oro en barro…por no decir una palabra más malsonante. Hay invasión, hay vainas, hay romance, y punto. Cualquier otro parecido con el original es simple coincidencia. Abel Ferrara, un director capaz de lo mejor y también de lo peor, construye (o mejor dicho destruye) una abominación infumable y perfectamente olvidable cuyo único mérito es que dura lo suficientemente poco para que su recuerdo no dañe de forma permanente nuestra memoria. Sin duda alguna uno de los peores remakes de la historia, que se olvida del tema de la invasión oculta y secreta para enfocar una historia de explosiones y muertes sin sentido. Mi consejo: no la veáis, es totalmente prescindible.

Invasión (2007, Oliver Hirschbiegel)

Tras el esperpento anterior, volvemos al tema de la invasión secreta, aquí con los rostros visibles de los comerciales Nicole Kidman y Daniel Craig como pareja protagonista. Destacar que en esta versión los roles están cambiados, ella es la psiquiatra Benell y él es el doctor Driscoll. La historia tiene bastantes cambios con la obra original (tantos que a veces cuesta reconocerla), comenzando con el accidente de un transbordador espacial que trae consigo unas esporas que contaminan a todo aquel que las toque. Aquí no hay vainas ni cuerpos duplicados, la invasión se produce como si fuese un virus, argumento exprimido hasta la saciedad en muchos de los remakes actuales (los zombis son un virus, los vampiros son un virus, los robots son un virus…).

Esta película por sí misma no es mala, pero no resiste comparación ni con la versión de Siegel ni con la de Kaufman, aunque por supuesto es mejor que la de Ferrara. No hay terror, ni tampoco demasiado misterio (el espectador ya se huele de que va esto a los cinco minutos), pero el problema fundamental de esta versión fría y descafeinada es que el espectador no se cree ni la historia ni a sus protagonistas carentes de empatía. Cuando la película termina te deja con una sensación de que le falta algo, de que no han puesto toda la carne en el asador.

Otra diferencia respecto al libro es la forma de combatir la invasión, que simplemente consiste en diseñar una vacuna contra el virus gracias a que (que casualidad) el hijo de la protagonista es inmune a la plaga. Una de las pocas cosas buenas del film es que cuando al final le preguntan al creador de la vacuna si la invasión ha sido detenida, éste responde con la frase «Coja el periódico, para bien o para mal seguimos siendo humanos», puesto que la premisa de la trama es que los alienígenas hubiesen creado un mundo donde no habría maldad, ni violencia, ni guerras, y con los humanos si ocurre todo eso. Pero que malos somos los humanos…

Por cierto que en esta versión si se repite el final feliz de la novela, ya que la pareja protagonista comparte casa y ambos lucen una alianza dorada en sus manos, y enciman adoptan al niño chino de los vecinos, que majos son.

No hay mucho más que contar de esta película, salvo el hecho de que aparece en un pequeño papel Verónica Cartwright, que también protagonizó la versión de Kaufman de 1978. Creo que a pesar de las críticas que recibió se puede ver, y yo la recomiendo más que nada para contrastar con las otras versiones.

Conclusión

A partir de la obra de Finney saltaron a escena multitud de películas donde, de una forma u otra, se aborda la misma temática, la duplicación de seres humanos como concepto de invasión. Probablemente la versión más famosa sea la que protagonizó Donald Sutherland (La Invasión de los Ultracuerpos, 1978), al que todos recordamos por su aterrador grito en la última secuencia. Curiosamente, unos cuantos años más tarde, este mismo actor protagonizó otra película muy similar, donde parece querer homenajearse así mismo. Hablamos de Alguien mueve los hilos (The Puppet Masters, 1994), la cual pasó bastante desapercibida, aunque no por ello deja de ser interesante (más que duplicación, hablaríamos de posesión o dominación). De hecho, se basa en la novela Amos de títeres, del autor Robert A. Heinlein, publicada en el año 1951, apenas unos años antes que la de Jack Finney. Se ve que a principios de los cincuenta el tema estaba en boga, eso como poco.

Habida cuenta del gran número de películas que explotan la idea original, resulta difícil hacer una selección, pero sí que podemos destacar algunos títulos, como The Faculty (1998, Robert Rodriguez), film de puro entretenimiento para adolescentes cuyo único atractivo es ver jóvenes estrellas cuando aún eran simples promesas. Hidden (Oculto, 1987), deriva ochentera imprescindible, o la irregular Comportamiento perturbado (1999), suponen algunas de las referencias ineludibles, aunque con ciertos matices. También está The Host (2013, Andrew Niccol) que versiona el libro de Stephenie Meyer, claramente inspirado en el clásico de Finney aunque lo niegue. Todos ellos son productos destinados a un público objetivo determinado, y si tuviera que decantarme por alguno sería The Faculty, porque al menos tiene un ritmo de acción y entretenimiento más claro, siendo fiel al concepto de réplica. Sin embargo, ninguna versión cinematográfica es mejor que las dos primeras, recomendando la de Don Siegel a los amantes de las películas de alienígenas de los cincuenta y la de Phillip Kaufman a los que prefieren los films clásicos de terror ochentero.

Mi recomendación final es clara, leed el libro de Finney porque os gustará; a mí me gustó mucho más que ¿Quién anda ahí?, de Campbell, el libro que inspiró El Enigma de otro Mundo y La Cosa. Por supuesto que tiene sus momentos de divagación (sobra la mitad de las explicaciones del psiquiatra) y posee esa doble lectura política anticomunista, pero básicamente es un clásico de la ciencia ficción y del género de las invasiones alienígenas, y como tal hay que leerlo y disfrutarlo. Lo demás son historias para romperse el coco; para eso ya están las noticias. Y si no, como dicen en Invasión, coged el periódico y lo veréis.

los ladrones de cuerpos