¿Héroes pulp bursátiles? Antes de la Gran Depresión la literatura pulp no era ajena a Wall Street, y después tampoco. Relatos de Bolsa
Muchas veces hemos defendido nuestro propio slogan de «un pulp para cada tipo de persona, pulps para todos», y aquí tenéis otra prueba más. Antes de nada debo confesar que ni yo mismo tenía la más mínima idea de que una revista de relatos pulp como la que sigue pudiese existir, aunque lo intuía. Suelo tener cierto interés en todo lo relacionado con los mercados financieros, la bolsa en concreto, y más de una vez me he preguntado cómo sería la vorágine que se debió vivir en la bolsa americana durante los meses previos al famoso Crack del 29, que a buen seguro habría determinado todos los aspectos que le son propios a una sociedad; política, cultura, economía…, seguro que la bolsa estaba presente en todas las conversaciones, de forma directa o indirecta. Más allá de películas, libros, y algún que otro documental de Canal Historia, es difícil aproximarse a una realidad como ésta, y cómo el crack del 29 hizo las veces de catalizador para pasar de los felices años 20 a los sucios años 30. Resulta innegable que Wall Street tuvo mucho que ver en el ir y venir de la literatura pulp, pero lo que no sabía, hasta hace muy poco, es que había una revista de relatos en exclusiva para el tema: Wall Street Stories.
Ahora bien, las cosas como son, Wall Street Stories fue uno de esos experimentos de la industria pulp que, por las razones que fuesen, no logró sobrevivir más allá de un par de números, uno el de febrero, y otro el de marzo, precisamente del año 1929. No cabe duda de que la editorial, Dell Publishing en este caso, trató de ser oportunista justo en el mejor momento posible. La bolsa americana, y su índice estrella Dow Jones, llevaban cinco años en subida libre, alcanzando su máximo nivel el 3 de septiembre de 1929, fijado en 381,17 puntos (hoy en día ronda los 18.000). Eran tiempos felices, y el frenesí, implacable.
Es lógico pensar que en los primeros meses de 1929 todo el mundo estaba como loco con las acciones y las empresas que cotizaban en bolsa, tiempos en los que hasta un “simple” limpiabotas se permitía el lujo de recomendarle a uno de sus clientes, ni más ni menos que todo un Rockefeller en persona, en qué acciones debería invertir sus ahorros. Y, según nos cuenta la anécdota, acto seguido el magnate de la industria deshizo todas sus posiciones, salvaguardando así su patrimonio. Una anécdota archiconocida y de dudosa credibilidad que nos viene a decir que, cuando todo el mundo habla de bolsa, o invierte en bolsa, es que ya está todo el pescado vendido, y ya no quedan más incautos a los que empapelar, por lo que, nada mejor que salirse por patas. Lo que no sabemos, es por qué Dell Publishing canceló la revista justo en la cresta de la ola… ¿el editor habría compartido limpiabotas con Rockefeller, o tuvo algún tipo de chivatazo?
Una de las características que definen a la literatura pulp es su absoluta permeabilidad al contexto social, económico y político en el que se desarrolla, por lo que tiene sentido que escritores y editores de la época apostasen por darle vida a sus fabulaciones sobre el parqué de Wall Street, centro neurálgico de una adrenalina que fluía desbocada. Así, en un entorno socioeconómico donde la gente de la calle estaba interesada por la bolsa y las inversiones, no sería difícil vender pulps bursátiles, y eso es precisamente lo que debió pensar la editorial Dell Publishing, todo ello en medio de un boom especulativo sin precedentes.
Del primer número de Wall Street Stories no fui capaz de encontrar información alguna, ni siquiera la portada. Es todo un misterio. Del segundo número, en cambio, el de marzo de 1929, si tenemos algo más. Este número en concreto nos ofrece tres novelas cortas, cinco relatos, y un par de artículos financieros. Destaca el nombre de los autores, todos unos desconocidos. No es que esperase encontrarme a un Lovecraft o a un E. R. Burroughs, firmando su autoría, pues suele ser más que habitual que los escritores pulp escriban de cualquier tema, o participen en cualquier revista que osase contratarlos, pero me esperaba nombre más conocidos. También es cierto que quizás sean seudónimos, y a saber quién es quién.
Observando un poco por encima el contenido, enseguida deducimos que se trata de relatos, historias, como las que solían leerse en revistas posteriores como: Selecciones Reader’s Digest, donde el dinero y las relaciones sociales son el eje vertebrador de la trama; una trama aderezada o maquillada con sugerentes propuestas para aquellos lectores que sueñan con hacerse ricos por la vía rápida. No son por tanto relatos fantásticos, ni macabros, ni de intrigas de alto voltaje con mujeres fatales; o quizás puede que esto último sí, pues a este punto son un clásico los seriales de sagas familiares enganchadas al poder y el dinero, y aquí recuerdo series de tv míticas como Dallas, Falcon Crest, o Dinastia, solo que, aunque relacionado, todo esto es otra historia.
Tanto la portada, como los relatos que se incluyen en Wall Street Stories, tienen su razón de ser en aquel preciso momento, donde el parqué de Wall Street era sinónimo de felicidad, una felicidad al alcance de todos, una fábrica de sueños americanos. Unos años más tarde, ya en los sucios años 30, y en plena Gran Depresión, tras el colapso de Wall Street y la crisis económica que le siguió, este tipo de revistas e historias supongo que resultarían irónicas o incluso vomitivas. Fue entonces cuando, probablemente, se cambió el chip, y los relatos de bolsa pasaron a ser menos entusiastas, a ser mucho más violentos y oscuros. Corrupción, crímenes, y todo tipo de horrores emanando de lo que antes era un templo de ilusiones, Wall Street. Así fueron los comienzos de la literatura noir, de las revistas pulp como Black Mask dedicadas al Hard Boiled, que, si bien llevaban en los quioscos desde principios de los años 20, es a finales de esta década y principios de los treinta cuando vivieron su máximo esplendor, con escritores como Carroll John Daly, Raymond Chandlery o Dashiell Hammett, y con otras revistas pulp, también al alza, como eran Dime Mystery Magazine, o Detective Stories.
De todas formas, esta clasificación de “felices años 20” y “sucios años 30”, no deja de ser un poco confusa. Leído lo anterior da la impresión de que en los años 20 no había crimen, y las margaritas crecían por las calles con cada pisada, y no era así. Estados Unidos vivía en plena Prohibición de la Ley Seca, y tanto Al Capone, como su Sindicato del Crimen, camparon a sus anchas durante esta década. Los años treinta, a fin de cuentas, fueron más de lo mismo, aunque dicha prohibición fuese revocada. Aunque sí, había más crimen, había más paro, y el pueblo tenía nuevos héroes, como Bonnie & Clyde, abatidos a tiros en 1934. Solo que, tanto dentro como fuera del país, las cosas se estaban poniendo muy feas. Hitler ascendió al poder en 1933, y Europa se preparaba para la continuación de la Gran Guerra.
No sé si habrán existido más revistas de relatos pulp específicos en lo que a economía y mercados financieros se refiere, aunque supongo que sí. Sin embargo, lo más probable es que los numerosos periódicos económicos de la época, puro pulp de por sí:Noticias pulp en periódicos antiguos, tuviesen un espacio reservado para relatos y todo tipo de historias, reales o fantásticas. En un primer acercamiento, tirando de google, la verdad es que no he encontrado apenas información relevante, tan solo, y a modo de curiosidad, una publicación que comparte título con la presente revista, fechada unos cuantos años antes: Wall Street Stories (1901), obra del diplomático, periodista y escritor estadounidense Edwin Lefévre (1871-1943), experto en los mercados financieros.
La obra de Lefèvre es anterior a la revista, y no creo que el autor está relacionado con ella en modo alguno, aunque es algo que desconozco, más teniendo en cuenta que el primer número es todo un misterio, y no sabemos quién pudo publicar en él. Lefèvre es un autor reconocido, y su compendio de relatos sobre la bolsa de Wall Street; historias cortas acerca del comportamiento humano y la psicología de los mercados, fueron publicados en primera instancia en la revista McClure's Magazine, una revista pulp de cultura popular que se editó entre los años 1893 y 1929, una de esas revistas que se conocen como «muckrakers» (periodismo sensacionalista), y que vieron la luz en los albores de la industria pulp. El libro de Lefèvre es uno de los muchos libros de bolsa moderna que se escribieron en el primer cuarto de siglo y, si como yo te estás preguntado cuál ha sido el primer libro de bolsa de la historia, te ahorro la búsqueda por google, porque yo mismo acabo de satisfacer dicha curiosidad. El primer libro de bolsa tiene más de 300 años (el primer mercado de valores se fundó en Ámsterdam, en 1602), y fue escrito por un español en el año 1688 bajo el título «Confusión de Confusiones», seguido del siguiente subtítulo: «El negocio más real y más falso de Europa, el más noble y el más infame que conoce el mundo, el más fino y el más grosero de la tierra», obra de José Penso de la Vega, un español de origen serfardí nacido en Espejo, Córdoba, en el año 1650, y que, huyendo de la Santa Inquisición, se trasladó a la capital Holandesa, estableciendo en ella su residencia. Allí descubrió los entresijos de la bolsa, los cuales cuenta con todo detalle en su libro.
Mi opinión personal es que esta publicación «Wall Street Stories» tiene más valor por lo que representa, que por la calidad de sus historias, las cuales no he leído, que quede claro. No existe un solo tópico que no sea susceptible de una buena historia pulp, y las intrigas de corte económico, político o empresarial, a mí personalmente sí que me gustan, siempre y cuando no sean tratadas desde un punto de vista tan, digamos… «aburrido». Este tipo de historias, sin tener una revista propia (al menos que de momento sepa), son típicas de los pulps de los años 30, donde los gánsteres, el crimen, las rubias de infarto, y los detectives tipo Sam Spade: El Halcón Maltés, hicieron de las suyas en busca de dinero, poder y placer; y en Wall Street hay de todo esto y mucho más.
¿Existió algún héroe pulp bursátil (Business Hero)?
Esta es la gran pregunta, y la respuesta es…, sí, claro que sí. Si estás pensando en un bróker tipo Indiana Jones, en un corredor de bolsa que, entre compra y venta, se dedique a combatir el crimen, algo así como un Bruce Wayne, pero gestionando de forma directa sus activos, y no delegando en su mayordomo el futuro de su patrimonio, pues, de no existir, no sé qué estás esperando para crear un personaje así, pero lo cierto es que ya existe, aunque no sea muy conocido.
A falta de una investigación más rigurosa, y de una cabeza como la mía, en la que las citas fallan cuando más se las necesitan, estoy convencido de que existen relatos y personajes pulp dignos de mención al respecto, pero ahora no se me ocurre ninguno, más allá de El Lobo de Wall Street, la magnífica película interpretada por Leonardo DiCaprio que, a fin de cuentas, nos viene a desvelar lo mismo que uno de los relatos que encabeza la portada de Wall Street Stories: ¡Cómo ganar nuestro primer millón de dólares!
Tan solo, y tras mucho rebuscar, apenas he encontrado una referencia digna de mención, fechada en el año 1940. Aquí encontramos una curiosa publicación de la editorial Street & Smith, la editorial pulp por excelencia y especializada en héroes pulp, como el Captain Zero, por nombrar alguno, y que se titula «The Wizard: Adventures in Money Making», en referencia al personaje «Cash» Gorman. The Wizard, o también The Wizard of Wall Street (El mago de Wall Street), vivió sus aventuras a lo largo de seis números en una revista / novela pulp exclusiva para él, que finalmente se terminó llamando igual que el personaje. Este héroe «Cash Gorman», se dedicaba a comprar empresas en bancarrota y, a través de todo tipo de argucias, las convertía en increíblemente rentables, creando miles de puestos de trabajo, e incidiendo en el devenir de la humanidad, casi nada. «Cash Gorman» probablemente sea uno de los héroes pulp más extraños y atípicos de la historia, así como el primer héroe pulp de negocios.
Hagan juego señores, y cuéntenos sus historias de casino.
Wall Street Stories. Índice de contenidos: Número 2 (marzo 1929). Novelas cortas: «Barry Connors’ First Million», por el autor Alan Brener Schultz. Esta es la novela estrella, la que encabeza la portada y, según profesa, el protagonista de la historia nos revelará sus secretos para ganar nuestro primer millón de dólares, rápido y sin problemas. A ésta, le siguen otras dos novelas cortas, «Expensive Money», por Rutherford Scott, acerca de los riesgos que uno está dispuesto a correr para ganar una fortuna; y «Boss or no Boss», por Harold Standish Corbin, sobre el mundo de los negocios y sus consecuencias. Relatos: «This is Confidential!», por J. Bourgoyne; «Ten Years of Training», por Crandall B. Hill; «Free Riders», por N.D. Jones; y «Common and Preferred», por Mark Mellen. Artículo de economía: «How to Play the Market», por John Donne, según el cual se aconseja cómo invertir en los mercados para ganar dinero.
Arriba: Portada del número 2 de Wall Street Stories, marzo de 1929. La ilustración es bastante amigable, de hecho lo que prima es transmitir una sensación positiva respecto a la bolsa y Wall Street. Tiempos de bonanza en los que la bosla era un reclamo, justo antes de saltar a escena la Gran Depresión
Arriba, una de las muchas portadas que surgieron tras el crack del 29. Esta en concreto es de la revista Argosy, de mayo de 1931. Ahora las historias son distintas, Wall Street un nido de víboras, y el origen de todos los males. No olvidemos que las revistas pulp tenían su público objetivo en la gente de la calle, por lo que debían ir en consonancia con sus pensamientos.
Arriba, Cash Gorman, único heroe pulp digamos bursátil (Business Hero), del que tengo constancia. Se publicaron 6 números entre los años 1940 y 1941