Después del anochecer… mejor un “sueñecito”, u otras cosas que hacer. Por si no ha quedado bien claro, en esa portada tan horrorosa, el autor de la presente obra es, en efecto, Stephen King. De lo que os voy hablar ahora es de su último libro de relatos cortos, que así se titula «Después del anochecer». Sobra un simple vistazo a la portada para darse cuenta que es todo un atentado a los cánones «pulp», cuya característica principal es precisamente esa: bonitas y atractivas portadas (a este tema pienso dedicarle un artículo como se merece). Y, esto ¿de qué va? Pues bien, se trata de su última colección de relatos, trece en total. Excepto uno «El Gato del Infierno» (1977), el resto son todo nuevos.
Dicen que solo los buenos escritores se hacen del sufrimiento. Cuanto más hayan sufrido, mejores serán sus obras. La escritura es una forma de sentir, y la única manera de transmitir el horror, es haberlo vivido. A veces, a medio camino entre la locura o la esquizofrenia, surge la mejor narración posible, y este es el caso de autores como Howard o Lovecraft. Dos amigos con muchas cosas en común, a pesar de que la historia los recuerda de forma muy diferente. A cualquier persona que nos encontremos por la calle, si le preguntamos, seguro que sabe decirnos quien fue Lovecraft. Sin embargo, es muy probable que nadie sepa quien fue Robert Howard. ¿Por qué? ¿Acaso uno fue un escritor de primera, y el otro de segunda? Nada de eso. Curiosamente, los personajes de Howard son más universales que los de Lovecraft. Todos conocemos a Conan el Barbaro (originalmente “El Cimerio”), y, auque no tan populares, otros personajes como Red Sonya, o Salomon Kane, también tienen su hueco en la historia. Pero a nadie parece importarle quien los creó. Tengo una teoría al respecto; una muy simple. El nombre “Lovecraft” se graba en la mente y no lo olvidas, el otro no (¿tan importante puede llegar a ser este hecho?).