EI17
Vacilas, pero no tienes opción. Lanzas el cuchillo sobre Ronin, justo cuanto éste acaba de emprender el vuelo sobre Lucy. La suerte se pone de tu lado y, en vez de darle en el cuello, alcanzas su corazón. La hoja afilada de Hitler hizo algo bueno esta vez. El cánido torna sus bramidos por estertores mientras Lucy respira aliviada, aunque el juego todavía no ha terminado. El teniente de las SS ahora te apunta a ti, tras acabar con la vida de Abott con un tiro en medio de su cara. Te lanzas por el suelo, voltereta mediante, y no solo esquivas su tiro, sino que te plantas justo enfrente de él, y le propinas un puñetazo directo al estómago. El teniente Wittmann cae al suelo, retorciéndose de dolor. Coges su arma y le apuntas a la cabeza, sin embargo, adviertes de inmediato un peligro mayor. Las bestias mutantes que permanecen enjauladas, están a punto de liberarse, y ese laboratorio es una ratonera.
Tan solo unos segundos de indecisión, pero suficientes como para que el teniente de las SS te devuelva el puñetazo. Ahora el que besa el suelo eres tú, con la pistola a tus pies. Tratas de cogerla, pero el teniente la aleja de ti con una patada, y después otra, que te deja medio aturdido.
Wittmann sabe cuáles son sus prioridades; sin dudarlo corre hacia la mesa donde está la «Llave Cósmica», la coge, y sale a la carrera del laboratorio, cerrándolo con llave tras él. Ahora, tú y Lucy estáis atrapados; y las bestias, una a una, acaban de reventar sus jaulas.
Cinco monstruos informes van hacia vosotros. Reculáis. Franquear el paso no será sencillo; antes debéis deshaceros de ellos y buscar la forma de reventar la puerta. Los segundos se suceden, al mismo ritmo que los monstruos os cercan, ganándoos metros. Estáis arrinconados. Uno de los monstruos tropieza contra un armario, tirándolo al suelo. Se abre, y de su interior se caen un par de granadas de palo que ruedan ligeramente en dirección opuesta a la tuya, un subfusil MP 40 y un bote de cristal con una sustancia que, al romperse, emana un extraño gas. Es cloroformo. La bestia que acaba de tirar el armario cae redonda presa de Morfeo. Las otras cuatro se abalanzan sobre vosotros.
¿Qué haces? A continuación, tienes 2 opciones:
Opción 1: Es imposible alcanzar las granadas. Las necesitas para volar la puerta, y necesitas la metralleta para matar las bestias, pero no puedes alcanzarlas y menos dejar a Lucy a suerte. A tu derecha, la jaula de Abott sigue intacta. Tiras de Lucy y os encerráis dentro. Ganaréis tiempo, y quizás se os ocurra algo. Pincha aquí
Opción 2: El instinto de supervivencia te puede. Sacrificas a Lucy, arrojándola a las bestias, cubres boca y nariz, y, con una voltereta, te haces con las dos granadas y el subfusil. Pincha aquí