Invasiones Extraterrestres: Los años 50 no daban abasto. ¿Cuántas veces nos invadieron?
Los años 50 fueron especialmente pródigos para la ciencia ficción, en concreto para las invasiones alienígenas, lo cual no era más que la continuidad de la Literatura Pulp que con el cine experimentaba un cambio de formato y una imagen renovada. En el artículo que sigue nuestro compañero Eihir nos hablará de una de las películas más icónicas de la Serie B de esta década, y todo un referente para que cualquier osado extraterrestre se lo piense dos veces antes de invadirnos, pues los terrícolas nos tomamos muy en serio estas cuestiones. Invasores de Marte (1953) es una película mítica, de culto como suele decirse, y junto con otros múchos títulos coetános, como son Ultimátum a la Tierra (1951), La Guerra de los Mundos (1953), o La Invasión de los Ladrones de Cuerpos (1956), nos muestra el temor innato a lo desconocido, un temor que a su vez nos seduce, nos atre y nos fascina. Tal y como hemos visto en un artículo anterior Los ladrones de cuerpos, dos eran los mecanismos preferidos por aquellos que deseaban hacerse con nuestro planeta, uno la réplica o duplicación, y otro la posesión o dominación del sujeto. Invasores de marte (Invaders From Mars), que tuvo su remake en los años 80 de la mano de Tobe Hooper, opta por lo segundo, cuyo guión presenta una serie de ideas muy similares a las que Robert Heinlein desarrolló en 1951 para su novela The Puppet Masters (Amos de títeres). De todo ello, y mucho más, nos hablará el redactor de este magnífico artículo.
Invasores de Marte (William Cameron Menzies, 1953)
Lo primera que debemos señalar es que esta película está inspirada en un relato escrito por John Tucker Battle (según él, basado en un sueño que tuvo su propia esposa), aunque parece ser que nunca fue publicado en una revista especializada sino que directamente sirvió para que Richard Blake lo guionizara, convirtiéndolo en un film de culto de las invasiones alienígenas.
La película cuenta la historia de un niño aficionado a la astronomía, el pequeño David, que junto a la ventana de su habitación siempre tiene preparado su telescopio para observar cualquier fenómeno extraño en el cielo. Y una noche de tormenta su búsqueda tiene éxito, pues el niño ve como una nave espacial aterriza justo detrás de la colina que hay cerca de su casa. A la mañana siguiente el padre de David va a investigar el extraño suceso, pero ya no vuelve y su mujer decide alertar a la policía. Sin embargo el padre reaparece, aunque enseguida David advierte que ya no es el mismo (además de la marca característica en la parte posterior del cuello).
Y así, uno tras otro, los habitantes de la pequeña ciudad van siendo conducidos hasta la misteriosa colina, donde son atrapados en agujeros de arena que los engullen, para más tarde reaparecer convertidos en peones sin sentimientos que actúan por orden de un poder invasor. Y todos tienen en común la marca en la nuca, gracias a la intervención quirúrgica necesaria para ser dominados.
Pero David no está solo en el asunto, pues tanto una doctora como un astrónomo se encargarán de ayudarle, y tras comprobar que la teoría del chico sobre platillos volantes, extraterrestres invasores y abducidos sin voluntad propia es cierta, alertarán a las autoridades militares que se encargarán de montar un auténtico dispositivo para eliminar a los visitantes ocultos bajo el suelo.
Y por supuesto hay un final con explosión incluida, para resultar luego que todo ha sido un sueño del pequeño David. ¿O tal vez era una premonición?
La película no está mal, tiene el espíritu clásico de las producciones de los cincuenta de ciencia ficción, e incluso muchos le achacan de poseer ciertas ideas anticomunistas (al igual que en La Invasión de los Ladrones de Cuerpos y otras muchas), pues los abducidos sin ideas propias podían ser una metáfora de los comunistas y la invasión extraterrestre podría contemplarse como una conspiración de los “rojos”.
Al margen de todo esto, la película entretiene, tiene una duración justa, pero aduce de una excesiva carga militarista y de un final que creo no está a la altura del film. Una vez que se descubre que es lo que está pasando en realidad, la historia sufre un bajón espectacular y al espectador ya solo le importa ver como acaba el asunto. Creo que el tema de los militares y del ataque a la base no tiene mucho sentido, y el guion no acaba de explicar realmente las intenciones de los invasores, más allá de ser los malos de la peli. Además, en varios momentos el espectador se encuentra con imágenes insertadas de propaganda militarista (esas escenas en que el ejército moviliza todos sus recursos supuestamente para ir a la pequeña ciudad y frenar la invasión), debido a la limitación presupuestaria de la producción (si no hay dinero para comprar tanques, pues ponemos un corta y pega de imágenes militares y se acabó el problema). Esto es cierto que puede molestar a los más puristas, pero es algo que los amantes del cine clásico podemos perdonar.
Sin embargo yo me quedo con lo bueno, la primera mitad de la película, con esa historia de suspense que avanza poco a poco a medida que las personas son suplantadas, y con detalles como los agujeros en la arena para capturar a la gente o el jefe alienígena encerrado en la urna dentro de la nave espacial. En su momento fue bastante novedosa por emplear a un niño como eje central de la historia, o por el uso de efectos de sonido y de fotografía, y también por los diseños de escenarios (mención aparte merece ese terrorífico camino vallado que conduce a lo alto de la colina, donde desaparecen los abducidos). Por cierto que el uso de pocos escenarios (siempre escasamente ornamentados) y casi siempre situados de forma que los elementos están dispuestos por encima de la altura del niño protagonista, funciona como elemento fortificador del hecho de que al final todo es un sueño de David.
En conclusión, creo que la película os gustará si os gustaron también: El Enigma de Otro Mundo y La Invasión de los Ladrones de Cuerpos.
Invasores de Marte (Tobe Hooper, 1986)
El éxito que tuvo en su momento la película hizo que años más tarde fuese objeto de un remake, al igual que otras muchas. Producida por la Cannon, esa maravillosa productora que tantas películas nos trajo en la década de los ochenta, y dirigida por el mismo director responsable de obras maestras como La Matanza de Texas, Poltergeist o Lifeforce, reproduce básicamente la misma trama que la película original.
La película tiene un diseño muy ochentero, con esos trajes de cuadros y esos pelucones propios de la época, pero aunque no es una mala película no llega al nivel de otros remakes, como La Cosa (John Carpenter) o La Invasión de los Ultracuerpos (Philip Kaufman). Tampoco es la mejor película de la filmografía de Hooper, de hecho es bastante inferior a sus grandes clásicos.
Como elementos negativos yo destacaría la poca originalidad de la trama (pues copia al 90 por ciento el guion de la peli de 1953), el niño protagonista (que merece ser castigado sin tener regalos las próximas cien navidades, empalagoso el crío como él solo); y el tono familiar e infantil de casi toda la película (el suspense es escaso y el terror prácticamente nulo), dejando al espectador con un sabor agridulce y con el pensamiento de que se podría haber hecho mucho más. De hecho, los efectos especiales son pocos y bastante malos, destacando los horrorosos bichos alienígenas que parecen dos cerebros andantes. Y para rematar, los actores están bastante flojos, sorprendiendo el papel de profesora malvada encarnada por la antaño famosa Louise Fletcher (de ganadora de un Oscar a partícipe de este malogrado remake que ya casi nadie recuerda).
¿Tiene algo bueno esta película? Pues la música, que no está mal, o también que a pesar de ser floja se puede ver una tarde lluviosa que no tienes nada que hacer, o el hecho de que hay que verla para poder compararla con la obra original. Y a otra cosa, mariposa.
The Puppet Masters (Amos de Títeres)
Publicada en 1951 por Robert Heinlein (casualmente pocos años antes de que la esposa de Battle soñara con Invasores de Marte), Amos de Títeres (link de compra Amazon.es) cuenta la historia de un grupo de agentes que lucha contra una invasión alienígena, en este caso unos pequeños parásitos que se cuelgan de la espalda de su víctima para introducir sus apéndices por los conductos nerviosos para llegar al cerebro y así ejercer el control total de su cuerpo. El libro es un exponente de su época, con un marco futurista con aerodeslizadores y pistolas desintegradoras, mucha acción loca y unos personajes que recuerdan mucho a James Bond y su entorno.
Amos de Títeres es, según la mayoría de los entendidos, la obra que inició el tema de las invasiones alienígenas sutiles (ya existía La Guerra de los Mundos de Wells pero de sutil tenía más bien poco, por eso es “Guerra” y no “Abrazo Amistoso”, obviamente), que acerca la ciencia ficción al lector con un estilo sencillo y directo, aunque a veces demasiado exhaustivo y brusco. Aunque al principio es un libro con mucha acción, pues desde la primera página siempre están pasando cosas, llega un momento más o menos por la mitad que la trama se estanca, ya que al igual que sucede con Invasores de Marte, una vez que aparecen los militares para frenar la amenaza (aquí a escala mundial) la cosa empieza a flaquear. El lector ya solamente espera que se produzca el inevitable enfrentamiento final para que el libro se acabe de una vez, y eso no es algo muy positivo que digamos, sobre todo si estamos hablando de una novela pulp.
Lo que queda muy claro al lector en cuanto termina el libro es que el asombroso parecido con Invasores de Marte no puede ser casual, pues hay una excesiva presencia de elementos comunes que no puede ser pasado por alto (desconozco si hubo algún tema de litigios por plagio de obras, no he encontrado nada al respecto). Aterrizaje de un ovni en un punto concreto, abducción de personas mediante un elemento en la nuca que permite su dominio absoluto, el elemento alienígena principal que funciona como eje de la conciencia colectiva, los militares que luchan contra la invasión, etc… La única diferencia la encontramos en el protagonista, pues en Invasores de Marte es un niño y aquí es un agente bondiano futurista. ¿Cualquier parecido es fruto de la casualidad? Puede ser, pero yo no me lo creo. Ojalá tuviera un Dlorean que me permitiese viajar al pasado cual Terminator enfadado y poder preguntar a los respectivos autores, pero según H.G. Wells es mejor viajar al futuro así que de momento nos quedamos con este interrogante.
Y por supuesto, también en esta obra subyace la ideología anti-comunista, con ese enfrentamiento entre individualismo humano frente al colectivismo alienígena, argumento claramente favorable al primer factor (los protagonistas se valen sólo de sí mismos para superar los problemas, y llegando incluso a renunciar a ayudar a sus semejantes si ello dificulta su misión).
Como conclusión, decir que es una obra bastante recomendable a pesar de esos momentos de bajón (recuerdo unos diálogos entre varios científicos de lo más absurdo) y poseer unos personajes quizá excesivamente planos, pero que en mayor medida es una buena obra de ficción clásica con acción, extraterrestres, pistolas de rayos y chicas que se desnudan.
Destacar la versión oficial cinematográfica de esta novela, Alguien Mueve los Hilos (1994, Stuart Orme), con un Donald Sutherland magnífico en su papel del Patrón (el jefe y padre del agente secreto protagonista). Aunque la trama es exactamente la misma que la del libro, se echa de menos el ambiente pulp y futurista pues la historia transcurre en la época actual y no en el hipotético siglo XXI después de una Tercera Guerra Mundial. Adiós a los coches voladores y a las pistolas laser. Desde el primer momento se advierte de que se trata de una producción menor y con escaso presupuesto, y funciona mejor como telefilm de sobremesa que como película para la gran pantalla.
En síntesis...
¿Qué podemos decir de todo esto? Pues que, a pesar de los años transcurridos, los cambios políticos, los avances tecnológicos, etc., el tema de las invasiones alienígenas conspiratorias resulta enormemente entretenido y adictivo, con multitud de películas, series y por supuesto relatos que abordan dicho tema desde múltiples perspectivas. No importa si los marcianos vienen para replicarse a nuestra semejanza (La Cosa), o son vainas gigantes que germinan copias idénticas sin sentimientos (La Invasión de los Ultracuerpos), o si vienen para subyugarnos y convertirnos en esclavos sin voluntad propia (Invasores de Marte). Los amantes del pulp y de la ciencia ficción seguimos disfrutando de estas obras como siempre lo hemos hecho, con diversión e imaginación. Es cierto que muchos de los temas propuestos continúan siendo vigentes hoy en día: el enfrentamiento entre el individuo y el estado, el esfuerzo conjunto como factor imprescindible contra la amenaza exterior, el conflicto entre las decisiones lógicas y las tomadas por imposiciones políticas y militares, y por supuesto el tema más obvio: ¿Qué ocurriría si de verdad la humanidad se encontrase con una nueva forma de vida inteligente que proviniese del espacio exterior? Tal vez nunca lo sepamos… o tal vez quede poco para averiguarlo.
Felices fiestas y próspero año nuevo. Mirad al cielo y si veis una luz extraña allá a lo lejos, pensad que tal vez no sea una estrella fugaz. Leed mucho pulp y nos vemos a la vuelta!!