¿Quién no ha leído alguna vez historias sobre hombres que se vuelven invisibles, criaturas monstruosas mitad hombre y mitad animales, invasiones alienígenas de hostiles naves espaciales o viajes a través del tiempo? Mucho se ha escrito sobre estos y otros temas derivados hasta la saciedad, y con el paso del tiempo la ciencia ficción ha formado parte de nosotros tanto en literatura, cine, cómics o videojuegos hasta el punto de que se ha perdido un poco la perspectiva del origen. Y es que a veces el esfuerzo por innovar dentro del género, ese afán por la “adaptación moderna” que disfraza la falta de ideas con la máscara ingenua de la búsqueda de la modernización, lo que realmente produce es un desprendimiento tan profundo de la obra original que culmina con el olvido despreciativo hacia el “clásico”. Como si dicho término fuese algo aborrecible hasta el punto de parecer un sacrilegio la fidelidad tanto a la obra como al autor que generó la idea original.
Muchas veces hemos defendido nuestro propio slogan de «un pulp para cada tipo de persona, pulps para todos», y aquí tenéis otra prueba más. Antes de nada debo confesar que ni yo mismo tenía la más mínima idea de que una revista de relatos pulp como la que sigue pudiese existir, aunque lo intuía. Suelo tener cierto interés en todo lo relacionado con los mercados financieros, la bolsa en concreto, y más de una vez me he preguntado cómo sería la vorágine que se debió vivir en la bolsa americana durante los meses previos al famoso Crack del 29, que a buen seguro habría determinado todos los aspectos que le son propios a una sociedad; política, cultura, economía…, seguro que la bolsa estaba presente en todas las conversaciones, de forma directa o indirecta. Más allá de películas, libros, y algún que otro documental de Canal Historia, es difícil aproximarse a una realidad como ésta, y cómo el crack del 29 hizo las veces de catalizador para pasar de los felices años 20 a los sucios años 30. Resulta innegable que Wall Street tuvo mucho que ver en el ir y venir de la literatura pulp, pero lo que no sabía, hasta hace muy poco, es que había una revista de relatos en exclusiva para el tema: Wall Street Stories.
Aparte de Taras Bulba, ¿qué otros cosacos famosos conoces? Una de las primeras revistas pulp, y una de las más populares, fue Adventure, y, como su propio nombre indica, estaba dedicada a los relatos de aventura; aventuras de todo tipo. En esta revista, que nació en noviembre del año 1910, vieron la luz un sinfín de personajes, con mayor o menor fortuna, pero que sin duda sirvieron de inspiración para la siguiente hornada de escritores, como por ejemplo Robert E Howard, uno de los admiradores de la obra de Harold Lamb. Pero, ¿Quién fue Harold Lamb, y quién fue Khlit the Cossack, una de sus principales creaciones, publicada en Adventure, entre 1917 y 1926, y que tanto gustó a Howard? Pues bien, si lo tuyo son las historias de cosacos y tártaros en plena estepa rusa, allá por el siglo XVII, este artículo puede ser de tu interés. Te vamos a presentar a un héroe pulp poco o nada conocido: Khlit El Cosaco.
El presente artículo es en realidad una actualización de otro que escribimos hace ya algún tiempo: ¿Dónde y cómo vender nuestros ebooks?. Si eres un autor con poca o nula paciencia para aguardar por el consabido rechazo editorial, un mercado éste totalmente revolucionado, no te queda otra: ¡convertirte en editor! Gracias a los avances tecnológicos todo el mundo tiene acceso a plataformas de autoedición sumamente sencillas, dejando que sea el mismo lector quien decida si la obra merece la pena o, por el contrario, quedará relegada en la cola del olvido. Si estás tentado a dar el paso, aquí tienes un breve tutorial.
En las líneas que siguen vamos a presentaros a una heroína pulp, una mujer avanzada a su tiempo y que rompía todos los cánones establecidos: Domino Lady. Se trata de un personaje, en este caso una heroína pulp, cuyo objetivo era combatir el crimen, y lo hacía con la misma solvencia que sus compañeros masculinos de profesión, pero con un toque de sensualidad que la hacía destacar de una forma completamente distinta. No es nada difícil reconocerla: rubia, esbelta, ligera de ropa, y con el rostro oculto bajo un antifaz. Para más señas, sus aventuras se publicaban en una de esas revistas pulp de segunda fila: «Saucy Romantic Adventures».
Muchas veces hemos comentado como Alemania, desde comienzos del siglo XX, fue uno de los países más representativos de la industria pulp Europea. Una industria fuertemente politizada durante el periodo de entreguerras, convirtiéndose en uno de los vehículos propagandísticos principales -de igual forma que en otros regímenes totalitaristas-, del poder político que ostentaba el gobierno: Pulps, Nazis y Ciencia Ficción. Sin embargo, tras la Segunda Guerra Mundial los pulps cayeron en desdicha, iniciando un paulatino declive en casi todos los países que otrora los disfrutaban como principal fuente de entretenimiento. Pocas fueron las revistas que lograron sobrevivir -independientemente del país que se trate-, pero hoy no vamos a hablar ni de las que murieron, ni de las que sobrevivieron, sino de una de esas nuevas revistas que nacieron de entre todo ese cúmulo de cenizas, resurgiendo cual Ave Fenix. Una de estas revistas, y en este caso alemana, es Perry Rhodan, una revista pulp de ciencia ficción que comenzó a publicarse en el año 1961 en formato Heftroman (formato pulp alemán), y que, curiosamente, es muy conocida en casi todos los paises, excepto en España.
Es muy posible que muchos de vosotros no sepáis de qué estamos hablando si nos referimos al Nose Art, pero cuando os expliquemos qué es, seguramente diréis: ¡Ah, pues sí, ya sé qué es! Bien, el Nose Art, o «Arte de Morro» (traducción literal), se refiere a los dibujos que acostumbran decorar el fuselaje de los aviones, especialmente los aviones de combate. Estos dibujos se ubican preferentemente en la parte del morro, y algunas veces en las alas o cerca de las escarapelas, o incluso cubriendo el fuselaje en su totalidad (uno de los primero ejemplos podría ser el Albatros D.V de Manfred Von Richthofen, El Baron Rojo, cuyo aparato era precisamente de ese color). Unos dibujos cuya quinta esencia eran las chicas Pin-Up, pero también había sitio para otros muchos más belicosos, con la única intención de infundir miedo a los enemigos. Este tipo de arte nació en el seno de lo que se conoce como Pulp Art, allá por los años veinte y treinta y, en cierto modo, es también precursor de expresiones artísticas posteriores como el Pop Art.