Me encantan los misterios, al igual que los retos. Y más si estos son de tipo pulp, como el que ahora os proponemos. El caso es que nuestros amigos de la web ThePulp.net, especializada en pulps americanos, nos han pedido ayuda para identificar una misteriosa portada. Dicha portada aparece en la fotografía de un kiosco, tomada en la ciudad de San Antonio (Texas), y data del año 1939. Esto quiere decir que la revista es del año 1939. Obviamente, se trata de una publicación en en lengua española, pero me tiene toda la pinta, y más teniendo en cuenta el año del que hablamos (final de la Guerra Civil Española), que la publicación tiene que ser de algún otro país, posiblemente México.
Puesto que Superman acaba de iniciar su particular turné, de cine en cine, y vuelo porque me toca, vamos hablar de este súper personaje: el súper hombre, el héroe por antonomasia. Y si bien todo el mundo conoce a este entrañable personaje, tan poderoso como ridículo en apariencia, maestro del camuflaje que con solo meterse los calzones por dentro, y ponerse unas gafas sin dioptrías, ya ni su querida madre sería capaz de reconocerlo (bueno, ella sí), pocos saben que Superman fue uno de los iconos pulp de la época (y mucho menos que en sus orígenes se concibió como un villano calvo con poderes telepáticos). Aun así, de aquellas no era tan popular como lo es hoy en día, fruto de años y años de material inagotable, así como del entusiasmo creciente de sus fans. De hecho, cuando nació, en el año 1932 -y ni de coña nació en el planeta Kriptón, sino tras la cópula de dos mentes pulposas-, sus creadores, el escritor Jerry Siegel, en colaboración con el dibujante Joe Shuster, no tardaron mucho en vender los derechos sobre el personaje a la firma DC Comics por la módica cifra de 138 dólares. Sus primeras aventuras se publicaron años después, en 1938, en la revista pulp Action Comics. Conozcamos algunos detalles.
Si lo sé, acabo de captar tu atención como probablemente nadie lo haya hecho en lo que va de año, ¿verdad? Bien, ahora ya puedo venderte lo que sea, al menos mientras no te recuperes del shock... Si es que no has escuchado esta historia antes, claro. Yo la descubrí hace poco, y tirando del hilo veo que es más viejo que el cagar a pulso (infantes, señoras, y señoritas, disculpen tal expresión, soez, sí; pero me apetecía soltarla). Si ya has oído hablar del tema, este artículo no aportará nada nuevo a tu magno conocimiento de frikadas varias, pero si un friki como el que aquí suscribe nunca la había escuchado antes (a veces creo que no soy lo suficientemente friki como para dedicarme a esto del pulp, y lo que le ronda), es que quizás muchos de vosotros tampoco. Y bien, en titulares, ¿de qué va semejante despropósito? Pues, según parece, nueve años antes de la peli de George Romero, se publicó un capítulo de Los Pitufos sospechosamente parecido. Entremos en detalles.
Existe gente de todo tipo, unos incapaces de tener una sola buena idea en toda su vida, pero que saben sacarle partido a las ajenas, y otros, en cambio, pensadores y soñadores, que nunca serán capaces de hacer otra cosa, más que precisamente eso, alimentar la esperanza con ilusiones fugaces, que rápidamente desparecen en el baúl de las promesas incumplidas. Y si algo has de tener claro es que, un grano no hace granero, y una idea, no hace una buena historia. Se necesita más, mucho más, y para convertir esa buena idea en una buena historia, habrá que articular una trama en condiciones; y los ingredientes de la misma son sin duda personajes que dejen huella, y momentos memorables con los que te emociones. Además, una vez sepas qué contar, también tendrás que afrontar el cómo lo vas a contar, es decir, cómo vas a trasladar todas esas emociones al lector. Si no logras concretar con éxitos todos estos elementos clave, tu idea, tu buena idea, fracasará estrepitosamente. Muchas veces he visto la misma pregunta ¿Cómo escribir un libro? ¿o una novela? Saber trabajar las ideas, es el primer paso.
Tenía ganas de meterme con este tema desde hace algún tiempo, y por una cosa o por otra, lo he ido dejando. Las primeras anotaciones las comentamos en este artículo: Novelas visuales: Renpy & Novelty, pero será hoy cuando entremos de lleno en la materia. Nos referimos a una forma de escribir que depende en exclusiva de la toma de decisiones del lector. Definir esto como literatura interactiva no sé si será la mejor forma de hacerlo, todo depende del punto de vista. A poco que nos demos una vuelta por internet veremos que bajo esta etiqueta se engloba un nuevo estilo literario que hace uso de los avances tecnológicos para producir el mayor grado posible de inmersión por parte del lector; es decir, si en un momento dado la novela hace alusión a una obra musical, que el lector pueda escucharla. Lo que os vamos a plantear a continuación es un tema muy distinto, pero desde luego también interactivo. Vamos a hablar de los librojuegos o multiaveenturas.
Dentro de la industria pulp, y más allá de las revistas archiconocidas como podrían ser Black Mask, Amazing Stories, o Weird Tales, por nombrar algunas, hubo muchísimas otras especializadas en diferentes temáticas, que sin llegar a ser tan populares (al menos de cara a la posteridad), no solo subsistieron durante muchos años, sino que además dieron cabida a grandes escritores, y grandes relatos. Poco a poco tratamos de dejar la correspondiente anotación respecto a cada una de estas revistas, y hoy le toca el turno a Railroad Man's Magazine. Revista pulp fundada en 1906 por Frank Anderson Munsey, uno de los “publisher” más destacados de la Era Dorada Pulp, no en vano fue el creador de Argosy, revista pulp por excelencia, y considerada por muchos la primera de todas.
La imaginería pulp la contemplamos hoy en día como una expresión de arte de bellísima factura; fiel reflejo de una mentalidad abierta, fácilmente impresionable, ávida de conocimientos, pero temerosa de lo que desconoce. Así era la mentalidad de los felices años veinte. Pero lo que hoy vemos como arte, en su momento no era más que una brillante estrategia de marketing que los editores utilizaban para hacer que su revista destacase sobre las demás en los disputados estantes de cualquier kiosco a pie de calle. Una buena portada era el mejor reclamo para que el lector se interesase por los relatos que se ofrecían en las páginas siguientes. Y estas portadas, como todos sabemos, muestran una serie de elementos característicos que las hacen fácilmente reconocibles. Uno de ellos, las mujeres en tubos de cristal.