Antes de entrar en detalle, ya te lo digo yo: ¡tira el borrador a la basura, y mejor dedícate a otra cosa! La estadística es una ciencia muy útil para ganar dinero, y si tuviese que apostar sobre un borrador antes de leerlo, no sería difícil acertar. Sin embargo, el escritor es orgulloso por naturaleza; bueno, el escritor y ser el humano en general. Todos, y entre los que por supuesto me incluyo, tendemos hacia la noble creencia de que somos diferentes, somos especiales, y por el mero hecho de escribir un borrador, creemos que puede ser una buena novela.
Todos los amigos pulposos que nos movemos por este mundillo conocemos de sobra al bueno de Jess Nevins, autor de diversos estudios acerca de la literatura pulp, tanto en los Estados Unidos, como en otros países. Ya hemos visto muchos de sus artículos por estos lares, y cada vez que publica algo nuevo, es nuestra obligación darlo a conocer. Así, el día 21 de noviembre, en la web especializada io9.com subió un artículo acerca de los pulps de ciencia ficción en la era del totalitarismo germano, un periodo de entreguerras que culminó con la ascensión al poder de Adolf Hitler, y la II Guerra Mundial como telón final: Pulp Science Fiction Under German Totalitarianism.
En artículos anteriores ya hemos tratado la evolución de la literatura pulp en Europa: Revistas Europeas I, y Revistas Europeas II, donde se constataba la inmensa popularidad que habían experimentado en nuestro continente, pero sobre todo en Francia y Alemania, país este que estrenaba el género de la ciencia ficción con su primer pulp Aus dem Reiche der Phantasie, publicado en el año 1901.
Si bien la I Guerra Mundial supuso un traspiés para la revistas pulp, hubo dos publicaciones que destacaron sobre cualquier otra, la de autor anónimo Hans Stark, Der Fliegerteufel #1-30 (1914), acerca de las aventuras de un adolescente alemán que construye alta tecnología, tales como un submarino o un aeroplano con los que combatir el mal; así como el pulp Detektiv John Spurlock #1-36 (1915), igualmente anónimo, y en este caso sobre las peripecias de este singular detective envuelto en todo tipo de casos, tales como luchar contra los marcianos de H. G. Wells, o tratar de descubrir la fórmula que convierte al Dr. Jekyll en Mr. Hyde.
No obstante, debemos recordar la difícil o imposible clasificación de estos pulps atendiendo a uno u otro género, ya que lo más usual es que cada historia fuese un tótem revolutum, dando lugar no pocas veces a una mezcla aparentemente imposible, pero tan característica de este tipo de publicaciones. Las aventuras de Horst Kraft der Pfadfinder (150 números, 1913-1916) nos muestran a sus protagonistas envueltos en quimeras, en búsquedas de razas perdidas, ciudades ocultas, enfrentamientos con científicos chiflados, o cataclismos, como inundaciones en Brasil; es un todo vale.
Las cosas no suceden porque sí, siempre suele haber un motivo. Que ahora esté hablando de hombres lobo y literatura pulp, no es porque me haya venido de repente la idea, así, sin más. No, claro que no. Hay un motivo; y ese motivo se titula Lobos de Arga (2011), una película española que viene de estrenarse hace muy poco, y anoche la he visto.
En cuanto a la película en cuestión, destacar que la vi sin demasiada convicción, incluso pensando que quizás ni siquiera sería capaz de terminarla. El motivo es que uno ya está un poco cansado de hombres lobo, y no solo eso, sino que además nunca me hicieron mucha gracia. Aún así, decidí darle una oportunidad. La sorpresa me la llevé nada más arrancar los títulos de crédito y ver que la acción se situaba en un pueblecito de Ourense, de nombre Arga. Ahí tuve que parar la cinta, y tirar de Google, porque jamás en mi vida había oído hablar de tal pueblo en la que es mi provincia. Una vez que comprobé que el nombre era inventado, lejos de llevarme una decepción pues me emocioné. No lo voy a negar, como buen gallego le tengo un cariño muy especial a esa combinación de ingredientes únicos e irrepetibles, a saber: fragas, pazos, y leyendas. No es que esperase una mezcla entre El Bosque Animado (1987) y Romasanta (2004), pero al ver de inicio unos paisajes y una ambientación que iban en esa línea, y aun por encima una entrada en escena de nuestro querido Manquiña (El Profesional) haciendo lo que mejor sabe hacer, es decir, arrancarte una carcajada, pues me quedé, como diríamos por aquí: enfeitizado (cautivado, hechizado).
Sin embargo, todo ese encantamiento con el que arranca la película, se va perdiendo poco a poco, y a excepción de algún que otro gag bastante divertido, que intenta remontar el interés, no logra más que eso, quedarse en el intento, mientras la trama, en líneas generales sigue cuesta abajo. Por fortuna acaba antes de que realmente se estrelle, por lo que, en conjunto, puede resultar un producto entretenido, sin más. Por supuesto la ambientación no llega a la altura de las películas antes citadas, aunque está muy bien. Para los más curiosos, las localizaciones que dan vida a ese pueblo imaginario de Arga están en Silleda (Pazo de Cascaxide y el Monasterio de Carboeiro), así como el cementerio santiagués de Boisaca y la localidad de Noia.
Lobos de Arga es tan solo el motivo por el que me decidí a profundizar un poco más en este tópico, el de los hombres lobo y la literatura pulp. En artículos anteriores nos hemos aproximado a la figura del vampiro como una de las bestias a combatir que más fácilmente podríamos encontrar en revistas pulp como la mítica Weird Tales: Vampire Pulp Fiction. Sin embargo, no pocas veces estas bestias se veían obligadas a dejar sitio a otras tan populares o más, como podrían ser los zombies, o los hombres lobo.
Todos sabemos que uno de los principales ingredientes de la pulp fiction americana era su amarillismo, término castellano para designar a la prensa amarilla (yellow press o yellow journalism), cuyo origen se halla en la disputa que iniciaron los periódicos New York World, de Joseph Pulitzer, y el New York Journal, de William Randolph Hearst, responsables de otra forma de pulp, menos literaria pero igualmente válida: Noticias pulp en periódicos antiguos. Yellow es un término cuyo significado, además de amarillo, también atiende a cruel y cobarde. Aplicado a la prensa, Martin Lee y Norman Solomon (Unreliable Sources, 1990), anotaron que: “Hearst, droutinely invented sensational stories, faked interviews, ran phony pictures and distorted real events", o lo que es lo mismo, el director del New York Journal era bastante dado a la invención de historias sensacionales, entrevistas ficticias, fotografías falsas, y a la distorsión de hechos verídicos. El juego de palabras está servido. Ese amarillismo propio e ineludible en la prensa de la época, eminentemente pulp, no solo contribuyó a la formación de la opinión pública, sino que además instauró de manera absoluta la extensión del término como la amenaza a batir. Algo de lo que ya se encargarían de dar buena cuenta los escritores e ilustradores, estereotipando todos los miedos conocidos en personajes míticos, de los cuales sin duda alguna el más sobresaliente era Fu Manchu; ¿quién no ha oido hablar de él? Pues sí, ahora toca hablar de Yellow Peril, o Terror Amarillo.
En un artículo anterior hemos tratado el mito vampírico en su versión pulp: Vampire Pulp Fiction, es decir, como este ser demoníaco se hizo un merecido hueco en las revistas pulp a principios del siglo XX, concretamente en la revista Weird Tales. Un referente inequívoco, y más aún si cabe a partir del año 1931 cuando se estrenó la película de Drácula, interpretando el personaje un espléndido Bela Lugosi. Fue a partir de entonces cuando la Era Dorada Pulp se hallaba en su máximo esplendor, y fue entonces cuando las historias de vampiros figuraban entre las preferidas por el lector ansioso de horripilantes relatos. Esta figura del vampiro era mayormente burda, atroz y demoníaca, desde luego muy alejada de la visión actual que podemos encontrar en sagas literarias tan exitosas como Crepúsculo.
El mito vampírico, tanto en la literatura como en el cine, ha sido explotado desde todas las perspectivas posibles, y una de ellas es la seductora. En los tiempos que corren, ellos (es decir, nosotros) sueñan (soñamos) con vampiresas como Kate Beckinsale en Underworld –probablemente las más atractiva de cuantas caracterizaciones se han hecho del personaje, dejando atrás y por mucho otros intentos más hot, como vampirella–, mientras que ellas suspiran por vampiros edulcorados y romanticones como el protagonista de la saga Crepúsculo. Sin embargo, no todos los vampiros son de este estilo, algo que resulta obvio, pues se trata de una criatura infernal, demoníaca, y horripilante.
El escritor profesional, el que se toma en serio su trabajo –por ejemplo tú, yo, nosotros– no puede permitirse el lujo de esperar sentado y con los brazos cruzados a que esa dulce y enamoradiza muchacha, llamada inspiración, nos cuente desinteresadamente, una bonita historia sobre la que escribir. Un escritor profesional, o que al menos pretenda serlo, tiene que moverse y buscar ideas, lo que a veces es algo así como ir al campo y empezar a levantar piedras sin ton ni son, y ver que hay debajo de ellas. Serán muchas las veces que no encontremos nada interesante, pero otras, y donde menos lo esperas, habrá premio.
Todos y cada uno de nosotros tenemos nuestros truquillos. Desde los más tópicos como la botella de whisky, hasta los más socorridos como la libretita al lado de la mesilla de noche, aquí todo vale. Un simple paseo por la calle, una conversación estúpida con algún amigo, o, y sobre todo, algún ejercicio de observación sistemática. Muchas veces las películas también ayudan, los libros, las revistas, los documentales…, esa magnífica idea puede salir de cualquier sitio, es algo que debes tener muy en cuenta, y más te vale llevar contigo algo donde apuntarla, no vaya ser que de camino a casa la pierdas, pierdas esa magnífica idea.
Charlie Jane Anders, para la web io9.com, suele publicar artículos acerca de todo tipo de consejos para el escritor novel. Así, en 10 Tips for Generating Killer Science Fiction Story Ideas nos señala hasta diez posibles fuentes de ideas, como si de la propia máquina del maná se tratase, con las que alimentar nuestra imaginación y dar vida a una buena historia fantástica. Pensando que podrían ser cuando menos interesantes, he decidido ofreceros una traducción de estos consejos junto con alguna que otra aportación personal. Bien, empecemos: