Pocas películas, muy pocas, han conseguido estremecerme de igual forma que Phantasma (1979). De hecho, no se me ocurre ninguna. Cuando de niño vi a escondidas este título, yo poco o nada entendía de cine. No sabía que era serie b de bajo presupuesto, ni tampoco creo que entendiese muy bien la historia o el argumento, solo sé que, de inicio, ya logró captar mi atención con la secuencia de la pareja retozando sobre una tumba en un cementerio a la luz de la luna. Una secuencia tétrica, macabra, con gran poder visual, y que desde entonces se ha repetido en múltiples películas, aunque nunca con el mismo éxito. Sin embargo, tras esa secuencia vinieron más, y con más fuerza. Todas capitaneadas por un hombre alto, callado, y cuya presencia te erizaba todo el vello del cuerpo al son de una banda sonora que te helaba la sangre. Y como olvidar las esferas voladoras, otro de los iconos de esta película. Phantasma es ya una cinta de culto a la que siguieron otras tres entregas más, repitiendo protagonistas. Las secuelas, con diferentes altibajos, mantuvieron la línea argumental, y aun sin ser tan memorables como la primera, en su conjunto son una saga a tener muy en cuenta. Ahora, muchos años después, llega la esperada quinta entrega: Phantasma V: Raveger, y la fecha de estreno que se baraja es el 7 de octubre.
Para hablar de películas pulp es necesaria una extensión del concepto, y lo más importante, en base a una serie de principios no escritos. A veces resulta difícil justificar el análisis de una película bajo este punto de vista, y aunque ya hemos dicho en varias ocasiones que el cine de los ochenta es una evidente reinvención del concepto pulp llevado a la gran pantalla, y sobre todo a los videoclubs: Historias de videoclub (I). Pelis de acción, años 80, muchas de estas pelis son un delirio tal, que uno no sabe muy bien dónde termina el concepto, y dónde comienza a funcionar la friki turbomix de esta singular década. Este es el caso de Dark Angel, un título que llevo años buscándolo, pero que precisamente por no ser capaz de recordarlo, nunca hasta ahora logré dar con él. Hablamos de una película de ciencia ficción ochentera, una de esas en las que el planeta Tierra se ve amenazado por un alienígena malísimo, pero que por fortuna trae pegado a su estela un poli bueno, también de otro planeta, y dipuesto a colaborar con las autoridades locales (Dolph Lundgren). Sin embargo, Dark Angel es diferente a todas las demás, pues desde un punto de vista más o menos serio, nos mete un guión que yo catalogaría, con permiso del respetable, de friki-pulp. Y no me pidáis que defina esto, porque como todos sabemos, el concepto, es el concepto.
Rompenieves (Snow Piercer) es una película que se me ha colado en la imaginación sin que me diese cuenta, y ya la está poniendo patas arriba. No tenía ni la más remota idea de su existencia, y cuando la vi hace unos días, no esperaba otra cosa más que dormirme en el sofá. El argumento me parecía la típica trapallada distópica mil veces vista. Pero mi sexto sentido me decía que algo en ella era diferente, y que debía darle una oportunidad, así que lo hice. La vi, y minutos más tarde de ponerse el tren en marcha ya me di cuenta que ni de coña me iba a quedar dormido. Tras dos horas de viaje no nos queda otra que confirmarlo, esta película merece la pena y mucho. Una película de ciencia ficción post apocalíptica basada en la novela gráfica francesa titulada Le Transperceneige, por Jacques Lob y Jean-Marc Rochette.
En la entrada de hoy os presentamos un artículo que nos ha enviado uno de nuestros colaboradores: Vicente Ruiz Calpe (Eihir), donde le pega un interesante repaso a la filmografía de uno de los grandes iconos del cine de aventuras, Richard Chamberlain, quien además, nos presenta una interesante conexión con la literatura pulp, donde destacan sobremanera dos nombres propios. Uno, el de Alejandro Dumas (1802-1870), un novelista francés precursor del pulp, con algunas de sus obras entre las más reproducidas de la historia, como son Los Tres Mosqueteros, o El Conde de Montecristo; puro pulp, y del bueno. El otro, Henry Rider Haggard (1856-1925), un escritor pulp británico que pasó la historia por su personaje Allan Quatermain, un personaje imprescindible dentro del género de aventuras, y que sentó las bases de dicho género, donde, curiosamente, no es él, sino Indiana Jones, su heredero, quien popularizó las señas de identidad. Ahora, nuestro amigo Eihir le rendirá tributo dedicándole unas líneas a nuestro querido Chamberlain, en una fusión entre novelas y películas pulp, como debe ser.
Si te gusta el cine pulp, y si te gustan las peliculas de zombies, tienes que ver Mi novia es un Zombie; y si no te gustan, también. Es una orden. Por desgracia, el título no acompaña. No sé quién será el “listillo” que traduce los títulos de las películas al español, y no sé si será algún enchufado que no sabe ni contar vocales, o algún cachondo con muy mala leche, pues en este caso se han pasado siete pueblos. Un título tal como es "Mi novia es un zombie", literalmente se carga la película. Cuando ves un título así lo primero que piensas es en una comedia adolescente llena de tópicos y chistes ñoños, desvirtuando por completo el público objetivo del film; adulto por supuesto. Incluso es probable que muchos de vosotros estéis pensando que nos referimos a la segunda parte de Memorias de un zombie adolescente (Warm Bodies, 2013), titulada también Mi novio es un zombie, en México, y estrenada el año pasado; pero no, nada de eso. El título original de la película que destacamos en esta ocasión, es Dellamorte Dellamore (Cemetery Man, en inglés, título desde luego mucho más apropiado que el utilizado en España para distribuirla). Una comedia romántica que nada tiene que ver con las memeces de otras películas con las que de forma errónea podríamos identificarla, y que, en esencia, incluso podríamos tener dificultades para clasificarla en uno u otro género. Al igual que la literatura pulp: ¿Qué es la Literatura Pulp?, es un todo un pastiche, donde el elemento principal es el protagonista, nexo entre la vida y la muerte. Y, quizás, la obra que inspiró a Tim Burton para su La Novia Cadáver (2005). Especulaciones al margen, lo que sí es cierto es que de aquí salió el conocido personaje de Dylan Dog, detective de lo oculto.
Al calor del éxito que supuso a principios de los ochenta la película de relatos Creepshow, donde se homenajeaba las historias clásicas de terror de EC Comics de los años 50, las cuales a su vez estaban inspiradas en las revistas pulp de principios de siglo, nació en 1989 toda una franquicia dentro del género, concretándose en una larga serie televisiva (hasta 7 temporadas y 93 capítulos), y 3 largometrajes: El Caballero del Diablo, 1995 (muy recomendable); El Club de los Vampiros, 1996 (entretenida); y Ritual, 2001 (no la vi, pero dicen que mala). Esta serie, Historias de la Cripta | Cuentos de la Cripta (Tales from the Crypt), cuyo formato es íntegramente el mismo que tiempo atrás había triunfado en la pequeña pantalla con «La dimensión desconocida» de Rod Serling, y sin llegar al nivel de éxito de la misma, únicamente cuenta como diferencia y marca de la casa, a un taimado personaje de apariencia cadavérica, con bastante retranca. Más conocido como el Guardián de la Cripta, es quien presenta las historias, así como las cierra con alguna moraleja que suele sacarse de la manga entre carcajadas malévolas.
Que la década de los ochenta fue la mejor del siglo pasado, y puede que incluso del presente, es algo que los más jóvenes puede que jamás lleguen a comprender, pues en los tiempos que corren resulta dificil vivir la vida sin internet, y con solo dos canales de televisión. Pero hubo un tiempo en que las novedades tenían la capacidad de sorprendernos, algo que cada vez resulta más difícil. La década de los ochenta será recordada por acercar una nueva forma de ocio y entretenimiento a los hogares, y donde el video y las cintas VHS marcaban tendencia: Historias de videoclub (I). Pelis de acción, años 80. Sin embargo, entre el aluvión de películas y series que se disputaban el prime-time, hubo una serie de tan solo ocho episodios de una hora de duración, que en realidad bien podría catalogarse como una película en sí misma. Esta serie se llamaba Shogun, y estaba interpretada por un fabuloso Richard Chamberlain. Ficción histórica de aventuras con un grado de exotismo que jamás antes se había visto en la pequeña pantalla, y que acercó un mundo desconocido a una gran cantidad de hogares. Y, lejos de ser una serie que haya envejecido de mala manera, acabo de verla, y puedo afirmar que sigue siendo igual de cautivadora que lo fue en su estreno, cuando la emitían los viernes por la noche. Perdón, los viernes no creo, que por aquellas andaba el Un, Dos, Tres, y según acabo de ver en algunos foros, se emitía los lunes por la noche, aunque yo no lo recuerde así.