Me gusta comentar aquellas películas que non son demasiado conocidas, y que por uno u otro motivo creo que se lo merecen. Uninvited (1988) es uno de esos títulos que era incapaz de recordar, pero no así la película en cuestión. Llevaba tiempo intentando echarle el guante para ver que tal había envejecido, sin embargo la decepción ha sido mayúscula. Uninvited (1988), lo tiene todo para ser una de esas películas imprescindibles, y sigue el esquema de tópicos a rajatabla. Por un lado tenemos un barco; por otro a unos jóvenes fiesteros y desvergonzados; luego un tiparraco mafioso al que solo le interesa la “pasta”; y por último, un bicho mutante de insaciable apetito… ¡todo un género en sí mismo!
Las monsters movies, o películas de bichos mutantes, como prefiero llamarlas, son sin lugar a dudas uno de los tópicos más prolíficos y socorridos en la historia del cine de terror. El género de los bichos cabreados nos ha proporcionado infinidad de títulos, secuelas, remakes…, y me resulta muy difícil pensar en algún bichejo que no haya tenido su película. No sé si quedará alguno, aunque dada la enorme variedad de especies que existen en el reino animal, es de suponer que sí... La pregunta es ¿Cuál propondríais? El tema incluso tiene su género propio, muy recurrente en la literatura pulp: BEM (Bug Eyed Monster). Ahora bien, en lo que se refiere a «bichos normales», y no inventados, citar ejemplos de películas puede ser una tarea titánica. Los primeros que recuerdo, sin morir en el esfuerzo, son: arañas (Arac Attack, 2002); babosas (Slugs, muerte viscosa, 1988); cangrejos (El Ataque De Los Cangrejos Gigantes, 1957); cucarachas (Nido Subterraneo, The Next, 1988); gusanos (Gusanos Asesinos, Squirm, 1976), y un largo, larguísimo etcétera. No estaría de más tener un buen listado. Supongo que alguno habrá, pero las búsquedas que hice por google no fueron muy fructíferas.
Creo que el cine actual ha perdido toda capacidad de sorprenderme, y quizás por ello me aburre. Ni siquera el tan cacareado 3D -excusa válida para todo tipo de remakes-, resulta en modo alguno digno de mención. No obstante, a veces y cuando menos te lo esperas, llega un nuevo título sin apenas darte cuenta, y ¡zas!, te deja con la boquiabierto. Esto es precisamnte lo que me ha sucedido con Furia Ciega, y eso que nada más ver el cartel pensé… ¡Vaya, la segunda parte de 60 segundos! —supongo que sabréis por qué lo digo, y estoy convencido que a más de uno le habrá pasado lo mismo—. Pues bien, anoche me apetecía ver algo nuevo, y me encontré con Furia Ciega. Seguía sin saber nada más de ella, y seguía enrocado en mi convencimiento de que se trataba de una peli de ladrones de coches y tías buenorras. Nicolas Cage es un actor que no me gusta, sin embargo sí que tiene buen ojo a la hora de escoger trabajos. He visto casi todas sus películas, y la mayoría son bastante aceptables —si hablamos de entretenimiento puro y duro, como por ejemplo La Roca o Kick Ass—, así que no le di más vueltas, y me puse a verla, sin más, aunque con un nivel de expectativas realmente bajo. Pero...
En primer lugar, el título de esta película no está bien traducido, como suele ser habitual. Existe otra cinta que responde al título de “Spider's Web, 2001” con la que bien podríamos confundirnos, así que antes de nada dejar bien claro que estamos hablando de “Spellbinder, 1988”, de Janet Greek. Una vez aclaradas las distintas trampas arácnidas, ya podemos ocuparnos de la que nos interesa, la de Miranda, que así se llama nuestra querida protagonista.
Curiosa película de relatos pulp, no tan conocida como otras, pero que merece la pena. Su título en español puede confundirnos con uno de Ingmar Bergman que, obviamente, nada tiene que ver. Esta producción de la MGM, dejando atrás a las clásicas de la Amicus o la Hammer, sigue el esquema acostumbrado, siendo el hilo conductor de las diferentes historias un envejecido Vincent Price —éste fue uno de sus últimos trabajos antes de morir, y, según parece, no estaba muy convencido, pero le apetecía ayudar a su joven director, Jeff Burr, primerizo, y responsable de títulos posteriores como “La matanza de Texas 3” o “Puppet Master 4”—.
La idea de base —tomada de una novela de igual título y “presentada” bajo el seudónimo Pittacus Loren (digo “presentada” porque según me ha chivado google parece ser que hay polémica en cuanto a su autoría: Aquí)–, semeja una memez de proporciones mayúsculas, y, además, empieza mal. Los primeros compases son oscuros, luego, de repente, se hace la luz, y lo que sigue no es más que un cúmulo de tópicos, personajes, y situaciones estereotipadas, y lo es de tal manera, que por momentos te dan ganas de quitar la cinta. Si hasta parece el enésimo episodio de Sensación de Vivir…, que si chico nuevo en el instituto, que si friki humillado por el malo malote..., y, como no, mientras tanto, su novia pavoneándose de aquí para allá... Sin embargo, a pesar de los pesares, y una vez superados los primeros minutos, casi sin darte cuenta terminas siendo atrapado por un extraño magnetismo, yendo la trama de menos a más hasta alcanzar el clímax gracias a una batalla final, tan entretenida como trepidante.
Las discusiones entre críticos gafapastas y críticos palomiteros, sin acritud, claro está, a veces resultan de lo más divertidas. En lo que a mí respecta, creo que no encajo en ninguno de los dos grupos, pero si tuviese que escoger uno de ellos me quedaría con los palomiteros —y eso que no me gusta comer palomitas en el cine, ni pizzas tamaño familiar como vi en cierta ocasión, hace ya unos cuantos años—. Sé que más de uno me pondrá verde, pero las películas excesivamente intelectuales no solo me aburren, sino que no las entiendo. Otro tanto me sucede con las denominadas palomiteras. Hoy en día se abusa de forma exagerada de los efectos especiales hechos por ordenador, dejando en segundo plano tanto la historia como los personajes, con lo que, en mi opinión, el bodrio está asegurado. Un claro ejemplo lo tenemos en las últimas películas de invasiones alienígenas, sin duda mi género preferido, y lo que prometía ser un buen año, al final se está quedado en un “bluff”, un pedo sin consistencia. Primero fue SkyLine, luego Battle: Los Angeles 2011, y ahora Monsters, anque esta última nada tiene que ver, eso es cierto.